Mientras la humanidad busca con desespero soluciones para almacenar energías renovables a gran escala, un gran descubrimiento podría superar cualquier expectativa. Hay minas en la Tierra que albergan beneficios que podrían durarnos milenios. Sin saberlo, teníamos la respuesta a nuestras plegarias bajo nuestros pies.
La necesidad de almacenamiento siempre ha estado presente, pero se ha intensificado con la proliferación de energías renovables. En el caso de las energías solar y eólica, el abastecimiento no puede controlarse, puesto que su suministro está sujeto a la radiación solar y las condiciones meteorológicas.
Los tiempos de producción no siempre coinciden con las instancias de consumo en el caso de la energía fotovoltaica, que permanece inactiva durante el pico energético nocturno. Este desfase obliga a los productores de energía a buscar soluciones de almacenamiento que permitan usar la energía proveniente de fuentes renovables más tarde. Así, la necesidad de grandes baterías crece al mismo tiempo que lo hacen las renovables.
Minas, la gran promesa de almacenamiento del siglo XXI
Las minas abandonadas atesoran un gran poder como gigantescas baterías capaces de almacenar cantidades masivas de electricidad, otorgando una nueva vida a estas infraestructuras.
Según reveló un estudio del Instituto IIASA, esto espacios subterráneos podrían pasar a verse como sistemas UGES (Underground Gravity Energy Storage). Se los usaría para aprovechar la profundidad de los pozos mineros para desarrollar sistemas de almacenamiento energético.
La propuesta es tan sencilla como revolucionaria. El método sugerido usa ascensores que transportan contenedores llenos de arena a causa de los antiguos pozos.
Cuando existe un excedente de energía en la red, los motores suben la arena hacia la superficie, almacenando energía de una manera potencial gravitatoria, que puede ser conservada sin pérdidas durante semanas o años. En instancias de alta demanda eléctrica, el procedimiento es invertido.
Los contenedores de arena disminuyen y los motores funcionan como generadores a través de frenado regenerativo restituyendo electricidad a la red. La capacidad de almacenamiento depende directamente de la profundidad que tenga el pozo, así como el volumen disponible, pudiendo llegar a escalas industriales en minas profundas.
Una propuesta atractiva dado el contexto de transición energética actual, que valora positivamente su simplicidad y bajo coste. Dos pluses que ni siquiera vimos con la iniciativa de Oriente Medio, que utiliza ropa para crear las mejores baterías del mundo. Un verdadero antes y después para el sector.
Proyección del uso de minas como grandes centros de almacenamiento
El uso de minas como centros de almacenamiento recurre al empleo de infraestructuras ya existentes y arena como medio de almacenamiento (recurso abundante y económico). Asimismo, podría impulsar a nivel financiero áreas perjudicadas por el cierre de explotaciones mineras, generando nuevos empleos técnicos.
Los investigadores consideran que el potencial global de almacenamiento con esta tecnología podría ubicarse entre 7 y 70 TWh. Cantidades que se acercan al consumo diario internacional de electricidad.
Ejemplos de minas que se utilizan como baterías gigantes
Estos números situarían a las minas abandonadas como soluciones óptimas y naturales para combatir el actual reto energético. Actualmente, ya se contemplan proyectos pioneros que manejan esta idea, como el de la finlandesa de Pyhäsalmi.
En el ejemplo mencionado, la compañía Gravitricity trabaja en un prototipo capaz de almacenar 2 MW. La humanidad pasa por un momento de intensa búsqueda de alternativas para equilibrar la intermitencia de las renovables.
Bajo este marco, las minas que hace años se utilizaron como infraestructuras industriales podrían alzarse como la solución definitiva para acabar con el problema de almacenamiento de energía que transitan las energías renovables.
Así, de la mano de minas abandonadas, nos topamos como el mayor descubrimiento de la humanidad. Mientras este sistema se instaura como sugieren los investigadores, Estados Unidos crea un método para extraer energía del ser humano.