La Convención Ramsar Relativa a los Humedales de Importancia Internacional, especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas, se acordó en 1971 en la ciudad de Ramsar (Irán). Los países firmantes, entre los que se incluye España, están obligados a identificar y a proteger los humedales según varios criterios, especialmente su importancia para las aves acuáticas, además de velar por la protección y uso sostenible de todos los humedales en su territorio.
Entre los humedales españoles protegidos por la Convención Ramsar se encuentran algunos de los que albergan las más grandes poblaciones de aves acuáticas a nivel europeo, convirtiéndose en lugares de gran importancia para su supervivencia. A su vez, estos ecosistemas son claves para el futuro de nuestras vidas.
Actividades como la pesca en entornos costeros, el cultivo del arroz, el turismo o el suministro de agua (ya sea superficial o subterránea) están directamente relacionados con el estado de conservación de estos ecosistemas protegidos por la Convención Ramsar, que a su vez albergan una riqueza de biodiversidad indiscutible más allá de la comunidad ornitológica.
Un valor que desaparece
Los humedales por sí solos representan el 45% del valor de todos los ecosistemas naturales del planeta, sin embargo, el 64% de los humedales del mundo ha desaparecido desde 1900, y su declive sigue acelerándose. De acuerdo el Índice de Extensión de los Humedales del Convenio de Diversidad Biológica, cerca del 45% estos ecosistemas se han degradado en los últimos 40 años a nivel mundial. Y la tasa de aceleración se incrementa más de un 1,5% cada año. Europa es el continente que más pérdida de humedales ha sufrido en los últimos 40 años.
En España, las cifras más recientes disponibles constataban que más del 60% de la superficie original de zonas húmedas ha desaparecido. Algunos grandes ecosistemas acuáticos han perdido gran parte de sus humedales naturales (p. ej. en la desembocadura del Guadalquivir han desaparecido o se han convertido en cultivos 170.000 hectáreas de humedales naturales). Y otros humedales relevantes desaparecieron por completo para siempre (por ejemplo en la Laguna de La Janda o la Laguna de Antela).
A escala europea, los ecosistemas acuáticos son los hábitats que más superficie han perdido y los que presentan peor estado de conservación, aun estando dentro de la protección de la Convención Ramsar. La propia Comisión Europea, tras analizar las amenazas de los hábitats y especies de interés comunitario, concluyó que estos hábitats se ven particularmente afectados por la agricultura y los cambios hidrológicos.
Humedales bajos la Convención Ramsar y en peligro en España
En España son muchos los humedales que están bajo la egida de la Convención Ramsar y que se hallan amenazados por las actividades humanas. Estos tres son los más afectados
Doñana
Este humedal, el más grande de España y de los mayores de Europa, está incluido en la Convención Ramsar, pero se encuentra gravemente afectado por los cultivos ilegales, que sacan agua de sus fuentes de manera furtiva. a ello se le suma la urbanización y las infraestructuras antropogénicas, el turismo poco respetuoso (el lugar ya ha sido pasto de las llamas en varias ocasiones y la contaminación por basura es un problema) y los vertidos que ha recibido de varias fuentes.
Tablas de Daimiel
Este extenso humedal incluido en la Convención Ramsar podría desaparecer en pocos años debido a la paulatina degradación que está sufriendo por las sequías prolongadas y especialmente por las extracciones de agua que se emplean para regar los cultivos y que sobreexplotan el acuífero la Llanura Manchega Occidental, que es la principal fuente de alimentación del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel.
Mar Menor
La situación de este humedal sigue decayendo. uno de los principales problemas es el exceso de nutrientes procedente de los cultivos de los alrededores, que provoca la proliferación de algas. estas generan un fenómeno llamado eutrofización, es decir, que la superficie se tapa de algas y todo lo que queda debajo, privado de la benéfica luz solar, muere y genera metano, que a su vez contamina las aguas y es un gas de efecto invernadero.
A pesar de estar dentro de la Convención Ramsar a los problemas antes mencionados, hay que sumarle todas las demás actividades antropogénicas (urbanización desmedida, deportes acuáticos, pesca, etc.) que se llevan a cabo en este mar interno y que no le hacen ningún bien al humedal, más bien agravan su delicadísima situación.