ECOticias.com – ‘El Periódico Verde’ investiga la relación conflictiva que hay entre los peatones, los vehículos eléctricos unipersonales y la legislación.
Donde vayas, están
La polémica relacionada con este tipo de elementos de movilidad eléctrica unipersonales sigue en boga. Los transeúntes se quejan de que estos vehículos circulan por las aceras, por los carriles bici o por las calles a velocidades peligrosas, sin protección y pasando de la normativa vigente y del sentido común.
Por otra parte, en todas las grandes ciudades europeas existen servicios de alquiler de segway, patinetes y bicicletas eléctricas. Varios de estos negocios son regentados por los mismos Ayuntamientos y los turistas los adoran. Tanto que hay infinidad de ofertas de city tours que brindan una experiencia que combina el paseo en estos vehículos con un guía especializado que los lleva a visitar los sitios más emblemáticos.
El problema se plantea porque el número de estos vehículos eléctricos ha crecido de manera bastante súbita. Hasta hace unos pocos años los peatones sólo se quejaban de las bicicletas tradicionales, pero ahora también lo hacen de todos estos vehículos que son parte activa del camino hacia la movilidad eléctrica.
Hoy en día es fácil ver estos aparatos, conducidos a veces diestramente por sus portadores y otras dando tumbos. Y como siempre pasa, cuando se acumula gente hay problemas porque la educación muchas veces brilla por su ausencia, se generaliza y acaban pagando inocentes por culpables. Peatones malhumorados e intolerantes y conductores sin pizca de sentido común, son los principales responsables de todo este maremágnum de acusaciones y alegatos.
Poca educación, prohibiciones y ninguna ley
A todo ello se le suma el “vacío legal” en el que se encuentran estos vehículos, cuyo florecimiento ha cogido desprevenidos a los responsables de la seguridad vial, que ni siquiera cuentan con antecedentes para generar las normas que regulen su circulación, por lo que están “improvisando sobre la marcha”.
La normativa actual sólo limita la velocidad (6 a 25 km/h), a algunos les obliga a tener un permiso de circulación y les prohíbe circular en ciertas vías (autopistas e interurbanas). Por lo demás: no se les exige la contratación de un seguro, ni una edad mínima para montarlos ni el uso de casco u otras protecciones.
Los peatones están en todo su derecho de plantear sus resquemores, porque existe un puñado de inconscientes que circulan sin tomar ninguna precaución, esquivando gente como si fueran postes y sin el más mínimo respeto por el prójimo, pero también los hay que lo hacen con cuidado, educación y sentido común.
Decididamente hace falta diálogo, normas y una buena dosis de tolerancia, para que estos vehículos eléctricos que han llegado para quedarse y son parte de los planes de las Smart Cities, encuentren la forma de integrarse en una sociedad que, si bien es bastante reacia a los cambios ya los empieza a mirar con curiosidad y un pelín de simpatía.