Lo que estamos a punto de contarte desafía todo aquello que estamos acostumbrados a ver. Para algunos es una utopía, pero para otros una genialidad. La física asegura que hay un motor que podría funcionar. Sin embargo, esta aseveración podría suponer el fin de los coches tal como los conocemos hoy en día. En la búsqueda desesperada global de descarbonizar han aparecido en escena varios proyectos desafiantes como la trampa que nos tendió China con los vehículos eléctricos.
La información que vamos a compartir habla sobre una máquina revolucionaria que explora los límites de la física para terminar con los motores eléctricos. Es vista como una manera eficaz y limpia de cuidar el medio ambiente.
Aunque hay muchos que defienden este concepto, por ahora no es viable, al menos no tanto como los métodos tradicionales a los que estamos acostumbrados.
Llega un motor que llama la atención: los coches podrían cambiar para siempre
La máquina de la que hablamos es un motor magnético, un concepto sobre el que debaten ingenieros y físicos. Desde el punto de vista conceptual, utiliza imanes permanentes dispuestos de manera que se repelen y atraen entre sí un ciclo continuo de movimiento que no necesita de energía externa.
No obstante, desarrollar un modelo de movimiento continua contra de lleno con las leyes de la termodinámica, que asientan que la energía no puede crearse ni destruirse y las pérdidas de energía por la fricción y otros factores. Sumado a esto, encontramos la necesidad de usar materiales duraderos que no se desgasten hace que resulte más complicado materializarlos en la práctica.
El motor de movimiento perpetuo se basa en la idea de que solo es necesario activar el primer “movimientos”, de manera que el resto vienen en cadena sin recurrir a ningún tipo de combustible. Con esta particularidad, aquellos que lo ven posible también lo contemplan como una alternativa limpia y sostenible.
Los coches se transforman para siempre: este motor lo revoluciona todo
Si la teoría de su funcionamiento pudiera pasar a la práctica, los modelos magnéticos podrían cambiar varios sectores industriales, incluidos los automóviles eléctricos y la generación de energía.
La historia de este tipo de motores radica en 1.269, cuando Petrus Peregrinus de Maricourt expuso ante el mundo un experimento conceptual que usaba imanes para impulsar el movimiento de una rueda, una idea que hoy se concibe bajo el nombre de “magnético”.
¿Cómo funcionan los motores magnéticos?
Los magnéticos aprovechan, a nivel teórico, las fuerzas de atracción y repulsión intrínsecas a los imanes. Así sería posible crear un modelo que trabajara indefinidamente sin depender de una fuente externa de energía.
No obstante, esta idea no va de la mano de los principios fundamentales de la termodinámica. La primera ley (conservación de la energía) afirma que la energía no puede crearse ni destruirse, sino transformarse. Optar por una pieza magnética perpetua sería ir contra esta ley.
Por otra parte, la segunda ley de la termodinámica instaura que, en cualquier sistema cerrado, la entropía (el desorden o la aleatoriedad), alberga la tendencia de acrecentarse con el tiempo. Esta pieza también es contraria a esta ley, ya que supondría un sistema con una entropía constante o decreciente.
El caso real de este motor conmocionó al mundo
Un caso famoso relacionado con este tema se dio con el motor magnético Perendey y sus variaciones, impulsado por inventores como Michael Brady, que presentó su invención en otras oportunidades, pero no pudo mostrar de manera contundente que su artefacto trabajaba como un motor de movimiento perpetuo.
Otros estudiosos del trabajo han aseverado desarrollar motores magnéticos funcionales. No obstante, ninguno ha logrado ser reconocido por la comunidad científica como un ejemplo viable, al menos por ahora.
Aunque este modelo no parece tener un futuro prometedor, los coches siguen siendo del interés de la comunidad científica en términos de sostenibilidad. Por esta razón, siguen saliendo a la luz iniciativas para paliar su impacto medioambiental como la fusión de un modelo químico y otro eléctrico que podría utilizarse en los automóviles del futuro.