Francia podría despedirse para siempre de los coches eléctricos tras construir unas piezas futuristas que queman partículas de agua. La sostenibilidad es un tema que evoluciona constantemente y el futuro todavía no se ha escrito del todo. Debido a la alta huella ambiental que dejan los vehículos tradicionales, movidos por combustibles fósiles, a veces pareciera que la única salida es el uso de coches eléctricos.
Sin embargo, hay otras opciones pululando cerca de la industria automotriz, como el vehículo de hidrógeno. Los eléctricos de batería van liderando la movilidad sostenible, pero conforme vayan suprimiéndose los obstáculos vinculados a la pila de combustibles, los de hidrógeno comenzarán a verse como un rival muy serio.
La base mecánica de un coche de hidrógeno es la misma que la de un automóvil eléctrico puro (EV). Uno o varios motores eléctricos funcionan entremezclados con una batería que atesora la energía necesaria.
La diferencia es que mientras los eléctricos de batería reciben la electricidad de forma convencional, recurriendo a un enchufe, los de hidrógeno recargan su batería a través de una pila de combustible.
En síntesis, la pila de combustible capta oxígeno de la atmósfera y lo combina con hidrógeno a elevada presión dando como resultado una reacción química que genera electricidad y vapor de agua (H20). Por este motivo es por el que las piezas de hidrógeno requieren de depósitos para almacenar este elemento químico, algo que no profesan los eléctricos.
Francia se deshace de los coches eléctricos: apuesta por algo mejor
La compañía Hopium ha presentado un nuevo coche eléctrico movido por hidrógeno que puede revolucionar el sector del automóvil. El modelo expuesto ha registrado resultados satisfactorios en sus pruebas y promete disminuir de manera significativa las emisiones contaminantes. Con una unidad revolucionaria, Hopium pretende reinventar los estándares de autonomía y sostenibilidad del sector.
Cabe mencionar que Hopium es una compañía especializada en tecnologías limpias y fuertemente comprometida con la meta de descarbonizar el transporte pesado.
Ahora está en el punto de mira tras alcanzar un hito con su sistema de pila de combustible de hidrógeno de 100 kW. Después de su exitosa serie de pruebas en el circuito UTAC, la empresa de Francia nos acerca un poco más al coche de hidrógeno.
El sistema de pila de combustible proveniente de Francia mostró una robustez impactante, que permitió la ejecución de pruebas continuas e ininterrumpidas. Contemplaron intensos ciclos dinámicos de aceleración y desaceleración, vibraciones, condiciones de alta velocidad y diferentes entornos climáticos, tanto días plagados de Sol como lluviosos.
Todo este escenario recrea las condiciones reales de uso que se dan en el transporte pesado, donde un método debe soportar variaciones térmicas e intensas cargas de trabajo. Mientras el mundo queda maravillado con este método de Francia, Europa también dice adiós a los coches eléctricos.
Francia ya no quiere coches eléctricos: el hidrógeno la convence mucho más
El sistema de propulsión de hidrógeno de la empresa de Francia llegará en algún momento al mercado de la automoción, debido a sus excelentes resultados. Ha demostrado su valía grandemente, anotando un nivel de madurez tecnológica de TRL7, o sea, validado en un contexto operativo real.
Apuntar un nivel de madurez semejante es vital y supone un paso significativo hacia la comercialización masiva de la tecnología.
Francia se adelanta al futuro: sustituye los coches eléctricos por algo mucho mejor
Hopium ha confirmado públicamente que su estrategia inicial de desarrollo para el coche de hidrógeno pondrá el foco en nichos de mercado. Un claro ejemplo es el proyecto marino K-challenge, donde la firma quiere aprovechar su tecnología para financiar su sistema.
Su estrategia minuciosamente trazada permitirá acotar los costes de producción, con el fin de brindar una alternativa competitiva al diésel en el mercado global del transporte pesado para 2028-2030.
Bajo estas circunstancias, muy pronto Francia podría decirles adiós a los coches eléctricos para abrazar la tecnología del hidrógeno (cuyo único subproducto son partículas de agua). En contraposición, Noruega solo tiene ojos para los coches eléctricos.




















