Alemania hunde el hidrógeno con un nuevo combustible. España todavía no lo ha probado, pero ya hay motores en marcha. El motor de hidrógeno ha llegado a límites insospechados, tanto que muchos lo ven como el combustible del futuro y como un importante vector en la descarbonización de la industria y la movilidad sostenible.
Sus aplicaciones son versátiles, desde su uso como materia prima para generar combustibles sintéticos hasta el almacenamiento de energía renovable. De hecho, en octubre de 2020, el Consejo de ministros aprobó la Hoja de Ruta del Hidrógeno. Este plan va de la mano de los objetivos europeos de disminución de emisiones de la economía en 2050 y se enfoca en el posicionamiento de España como referente tecnológico en la producción y el aprovechamiento del H como energía sostenible.
Entre los beneficios del uso de combustibles de hidrógeno destacan su abundante presencia en la Tierra, baja o nula huella ambiental, mejora de la flexibilidad y seguridad del suministro e impulso de la economía circular.
El hidrógeno pierde peso en Alemania
Después de que el Parlamento Europeo reiterara el acuerdo inicial de sacar de circulación los coches de combustión en 2035, varios países se unieron para acabar con la prohibición. Entre estos países defensores de los motores ‘de toda la vida’ está Alemania, su líder. El objetivo del país germano no es que todo continúe como hasta ahora (utilizando diésel o gasolina como combustible), sino que la normativa se amplíe a otras alternativas, más allá de la tecnología eléctrica (o el hidrógeno).
Este es el caso del e-fuel o combustible sintético, que son aptos para su empleo en motores tradicionales sin producir emisiones contaminantes. Un logro posible gracias al uso de ingeniería química. Permite obtener metanol a partir de aire y agua. El metanol (CH3OH), también denominado alcohol metílico o alcohol de madera, es la forma de alcohol más sencilla.
Antes, la obtención del metanol se realizaba a través de la destilación de astillas de madera del pasado, pero actualmente se genera a partir del monóxido de carbono e hidrógeno. Se utiliza para fabricar anticongelantes y disolventes, para la generación de tintes, resinas y adhesivos, la creación de vino, la producción de formaldehído y, en algunos casos, combustible para motores.
Las firmas Audi y Mercedes dedicaron un tiempo al desarrollo de este tipo de combustible, pero ha sido Porsche, en colaboración con HIF Global, Siemens Energy, ExxonMobil, entre otros socios, la marca que ha logrado mayores avances en este campo. Incluso ha inaugurado la planta experimental Haru Oni, en Punta Arenas, al sur de Chile.
La localización de este paraje no es coincidencia, dado que es una zona en la que se genera gran parte de la materia prima necesaria para llevar adelante el proyecto: el aire. Dispone de un pequeño parque eólico y la intención es expandir su actividad y superficie.
Así explicó el proceso de obtención de combustible sintético Marcelo Daller, encargado de Operaciones de la planta Haru Oni: “Para obtener e-fuel, es necesario producir metanol, el cual requiere CO2 e hidrógeno en su fabricación. Generamos hidrógeno a través de un electrolizador utilizando energía renovable, es decir, hidrógeno verde. La electrólisis divide la molécula de agua en oxígeno e hidrógeno”.
“Luego, combinamos el hidrógeno con el CO2 previamente capturado y, mediante un catalizador, sintetizamos ese gas para producir metanol verde. Finalmente, convertimos ese metanol en una gasolina con propiedades similares a las que se encuentran en una estación de servicio”.
Alemania tiene una idea alternativa al hidrógeno (o casi)
Optando por la opción que propone Alemania se evita una considerable inversión en nueva infraestructura, ya se podría utilizar la actual con un nuevo combustible y, de alguna manera, se sigue optando por el hidrógeno. Si su petición fuera escuchara, muchos países seguirían su ejemplo. Habrá que esperar para ver si finalmente sucede. Mientras tanto, siguen llegando opciones como el primer motor térmico de hidrógeno.



















