Mientras los países compiten por quién tiene los coches más modernos o quién avanza más rápido en la descarbonización del transporte, hay una misteriosa isla donde no hay coches eléctricos, ni tampoco los tradicionales motores de combustión, pues solo se permiten motores de sangre, pero ¿Cómo es posible esto?
La evolución de los medios de transporte
La industria automotriz está cada día más avanzada y nos sorprenden con innovaciones especialmente en cuanto a los motores de los coches, pues hasta hace unos años, la mayoría de los coches tenían motores de combustión, pero con el tiempo esto fue cambiando.
Los motores eléctricos y de hidrógeno, fueron cobrando protagonismo y cada vez son más las marcas que apuestan por ellos, especialmente porque debido al aumento de la contaminación, los países se han propuesto la meta de descarbonizar el transporte.
Por eso, cada vez son más los países que compiten por quien tiene los coches más modernos y sostenibles, sin embargo, en medio de esta competencia existe un pequeño rincón en Norteamérica que ha elegido un camino completamente diferente.
Mientras el resto del mundo se aferra a la revolución automotriz, esta comunidad optó por un camino completamente opuesto, manteniendo una forma de vida que muchos considerarían obsoleta, pero que sus habitantes defienden con orgullo y convicción, pero ¿De qué se trata?
Una isla con motores de sangre
Luego de la obtención de energía de las cavernas pareciera que hubiéramos viajado al pasado y esta vez sentirás algo similar, pues la isla Mackinac, es famosa mundialmente por haber desterrado los coches y ser el reino de los caballos, porque estos son su único transporte.
La decisión de prohibir los coches en la Isla Mackinac se remonta al 6 de julio de 1898, se dice que la causa principal fue el ruido de un coche que asustó a unos caballos, lo que motivó a los cocheros de la zona a quejarse sobre los ‘riesgos’ que habían detrás de los coches.
Esta regla se extendió rápidamente a toda la isla, volviéndose parte de su identidad y a pesar del crecimiento de la industria automotriz a pocos kilómetros de distancia, la isla se mantuvo como un lugar donde los coches no entran.
Pero ¿realmente no hay ningún coche? La respuesta es sí y no, pues la norma es muy clara, tanto para los habitantes como para los turistas, pero existen excepciones como los coches de emergencia, es decir ambulancias, camiones de bomberos y patrullas.
Un viaje al pasado una experiencia única
En esta isla, las personas se desplazan en bicicletas y en carruajes tirados por caballos y se estima que hay aproximadamente 600 equinos realizando tareas que van desde las entregas y la recolección de residuos hasta el traslado de los turistas.
Este método de transporte es una de las grandes atracciones de la isla, pues los turistas sienten como si hubieran hecho un viaje en el tiempo, además, es un lugar donde el ruido de los motores se reemplaza por el canto de los pájaros, las conversaciones y el galope de los caballos.
Con sus festivales, sus paisajes y su conexión profunda con la historia y la cultura ofrecen una experiencia única, es un lugar donde el tiempo parece detenerse, demostrando que a veces, la elección de un camino diferente y la preservación de las tradiciones pueden crear algo realmente especial.
Sin duda, la historia de esta isla nos demuestra que no todos buscamos lo mismo, mientras la mayoría de personas buscamos las ultimas innovaciones de la industria automotriz, como este motor que desafía toda lógica, otras personas prefieren los motores de sangre, es decir los caballos.