Las infraestructuras modernas, en su afán por desarrollar proyectos que impulsen el crecimiento económico y la conectividad, a menudo pasan por alto un aspecto fundamental: la afectación a las especies del lugar. La construcción de carreteras, vías de ferrocarril o tendidos eléctricos suele centrarse en los beneficios sociales y económicos, dejando de lado el impacto ambiental que generan.
Este enfoque parcial conduce a una pérdida significativa de biodiversidad, ya que muchas especies no encuentran los recursos necesarios para sobrevivir o se ven desplazadas de sus hábitats naturales. Algo que ponen en alerta desde la Estación Biológica de Doñana–CSIC.
Infraestructuras que alteran ecosistemas
Un grupo científico internacional, con participación de la Estación Biológica de Doñana–CSIC, ha alertado sobre la falta de consideración de la abundancia de fauna como un indicador clave para medir el impacto real de infraestructuras como carreteras, vías férreas o líneas eléctricas sobre la biodiversidad. Esto supone una importante limitación en los actuales estudios de evaluación de impacto ambiental, según ha informado en un comunicado este martes el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que explica que el desarrollo mundial de infraestructuras continúa a un ritmo acelerado.
Para 2050 se calcula la construcción de entre 3 y 5 millones de kilómetros adicionales de carreteras, un aumento del 26 % en la red ferroviaria mundial, y millones de kilómetros nuevos de tendidos eléctricos y gasoductos. Muchas de estas nuevas infraestructuras se desplegarán en regiones con alta biodiversidad, como el continente africano y el sudeste asiático, ha recordado el CSIC.
Actualmente, muchas evaluaciones se centran en indicadores que ofrecen información limitada, basados en conteos de animales muertos en una carretera o del número de individuos que utilizan un paso de fauna. «Aunque estos monitoreos suelen realizarse de manera sistemática, su duración limitada o el enfoque en aspectos puntuales pueden ofrecer una visión parcial del impacto real que tiene una infraestructura sobre la fauna y llevar a malinterpretaciones», ha explicado Marcello D’Amico, investigador de la Estación Biológica de Doñana.
Una baja tasa de atropello no implica necesariamente un bajo impacto y podría estar relacionado con una disminución de la población debido a una alta mortalidad previa o a que los animales eviten las zonas cercanas a la infraestructura y, por tanto, la tasa de atropellos sea baja. Esto puede generar efectos graves sobre la estructura y la viabilidad de las poblaciones animales.
Información valiosa y significativa
Según Rafael Barrientos, investigador de la Universidad Complutense de Madrid, para que estos datos sean útiles se necesita convertirlos en indicadores significativos, como la mortalidad per cápita o la proporción de animales que cruzan respecto al total de la población local. Para ello, es fundamental conocer el tamaño estimado de las poblaciones que habitan cerca de la infraestructura que se está evaluando.
No obstante, este dato esencial suele estar ausente en la mayoría de las evaluaciones y, entre las razones, se encuentran la falta de evaluación retroactiva en muchas obras públicas, que permitiría comparar el antes y el después de la construcción, y el diseño y construcción de las infraestructuras a corto o medio plazo, que impide disponer de tiempo para una evaluación integral.
El equipo científico también destaca la importancia de analizar la evolución temporal de la abundancia, dado que una reducción en el número de individuos de una población puede tener consecuencias drásticas a largo plazo. Una población más pequeña pierde potencial reproductivo y diversidad genética, lo que hace más probable su extinción. Por ello, insisten en que los impactos deben evaluarse no solo por los efectos inmediatos, sino también por su repercusión en la viabilidad futura de las poblaciones afectadas.
Ante esta situación, el equipo científico propone integrar mediciones sistemáticas de abundancia antes y después de la construcción en las evaluaciones, utilizando diseños robustos que incluyan áreas de control. Aunque el objetivo ideal sería evaluar la supervivencia de la población a largo plazo, reconocen que, en la práctica, puede ser más viable centrarse en los cambios en la abundancia como medida representativa.
Proponen que, al menos para ciertas especies clave, los estudios analicen las tendencias poblacionales asociadas a la presencia de infraestructuras. «Si no conocemos el impacto que tienen estas infraestructuras a nivel poblacional, estamos limitando nuestra capacidad para evaluarlas y, con ello, estamos subestimando los riesgos que su desarrollo representa para la conservación de la biodiversidad», ha afirmado D’Amico.
En conclusión, la integración de criterios ecológicos en la planificación de infraestructuras es esencial para reducir estos impactos. Es necesario realizar evaluaciones de impacto ambiental exhaustivas y promover soluciones sostenibles que consideren la protección de la biodiversidad. EFE / ECOticias.com