En 1831, cuando Darwin tenía solo 22 años, se embarcó en una expedición científica a bordo de un barco llamado HMS Beagle. Como naturalista, su trabajo era observar y recolectar especímenes de plantas, animales, rocas y fósiles donde fuera que la expedición llegara a tierra.
Toda la experiencia duró 5 años y a su vuelta Darwin no solo trajo una maravillosa colección de minerales, plantas y animales nunca antes vistos en Europa, sino que en su cerebro ya estaba pergeñándose la Teoría de la evolución, que luego acabó siendo uno de los libros más revolucionarios de la ciencia. Un grupo de jóvenes científicos se ha inspirado en esta travesía y la están reviviendo con el objetivo de estudiar la problemática actual de los océanos.
Tras la huella de Darwin
Un buque emulará durante dos años el viaje de Charles Darwin para estudiar los retos medioambientales actuales, surcando las aguas de Fiji, Australia, Sudáfrica o Brasil. La goleta, que recrea las condiciones del buque de Darwin, transporta a 200 jóvenes ecologistas con el objetivo de formar a líderes ambientales a nivel mundial.
A diferencia del viaje del Beagle, los jóvenes han utilizado la última tecnología para analizar el impacto de los plásticos oceánicos y el estado de los arrecifes de coral y de otros ecosistemas marinos. Tras dos años de travesía, la embarcación ha atracado en el Reino Unido, dando fin a su recorrido.
Hace casi 200 años, Charles Darwin publicaba una teoría, la de la evolución, que cambió nuestra forma de pensar sobre el mundo natural. Ahora, un barco recrea el viaje del naturalista en el HMS Beagle, para inspirar así a una nueva generación de conservacionistas.
«Cuando se menciona a Charles Darwin mucha gente recuerda a un anciano con barba que escribió un montón de libros importantes sobre la evolución y otros temas», explica el fundador del Proyecto Darwin200, Stewart McPherson. «Pero, por supuesto, cuando comenzó este viaje de cinco años alrededor del mundo, tenía veintidós años. El objetivo es formar a los mejores jóvenes conservacionistas del mañana», añade McPherson, «por lo que estamos buscando personas en el inicio de sus carreras, entre 20 y 25 años, para cambiar el mundo del mañana».
Objetivo: la ciencia
El barco pasará unas dos semanas en cada puerto. Ya ha estado en las Islas Canarias y Cabo Verde, frente a África, Fernando de Noronha, frente a la costa brasileña, y Salvador, en el estado de Bahía. La travesía por el Atlántico duró diez días. El Oosterschelde transporta una tripulación de siete marineros profesionales de los Países Bajos y varios pasajeros de pago entre puerto y puerto, que ayudan a financiar parcialmente esta aventura científica.
«La sobrepesca ha agotado por completo las poblaciones de peces en el océano, así que cuanto más sobrepesquemos, menos alimento hay en los océanos para animales como las ballenas», explica Iro Tsarmpopoulou-Fokianou, activista medioambiental. «Y el tráfico marino», añade. «Hay demasiados barcos en todo el mundo, viajando y causando una cantidad excesiva de ruido marino y colisiones».
A cada uno de los puertos llega un grupo de jóvenes naturalistas cuidadosamente seleccionados que se reúnen con científicos locales para promover el intercambio de conocimientos científicos y el activismo medioambiental. Los llamados «Líderes Darwin» publicarán en Youtube tres vídeos de la expedición. El destino final es el bien de la ciencia.
Toda experiencia que busque ahondar en los conocimientos del ser humano y ampliar los horizontes de la ciencia es digna de consideración, por lo que esta, que ha emulado el más importante y el primero de los viajes de un naturista alrededor del mundo, es digna de ser compartida y estudiada.
Especialmente porque los jóvenes científicos que participan en la misma no se ha limitado a copiar el viaje de Darwin, sino que siguiendo sus ‘pasos’ se ocupan de estudiar los principales problemas que enfrentan los océanos en la actualidad: la contaminación plástica, la sobrepesca, la acidificación, el cambio climático, etc. ECOticias.com