Las materias primas críticas fundamentales y de gran importancia económica para la UE, y su suministro tiene un elevado riesgo de sufrir interrupciones debido a la concentración de las fuentes y a la falta de sustitutos adecuados y asequibles.
La demanda de la UE de metales comunes, materiales para baterías, tierras raras y otros materiales aumentará de forma exponencial a medida que la UE vaya prescindiendo de los combustibles fósiles y pasando a sistemas de energía limpia que requieren más minerales.
La transición ecológica de la UE exigirá el aumento de la producción local de pilas y baterías, paneles solares, imanes permanentes y otras tecnologías limpias. Se necesitará un acceso muy amplio a diversas materias primas críticas para hacer frente a la demanda correspondiente.
La producción local es clave para la revisión de los sistemas energético y de movilidad de la UE, impulsada en parte por el plan REPowerEU y por la prohibición en 2035 de los motores de combustión interna.
Un millón de toneladas de ‘materias primas críticas’ en la ‘basura’
Aparatos desechados en Europa contienen un millón de toneladas de materias primas críticas: los teléfonos móviles, ordenadores, electrodomésticos y paneles solares que los europeos tiran cada año contienen cerca de un millón de toneladas de materias primas críticas, que se podrían aprovechar para fabricar baterías, turbinas, cables o chips, según un informe publicado este lunes por el consorcio europeo FutuRaM.
«Al explotar nuestros propios residuos electrónicos en lugar del planeta, los europeos tenemos una gran oportunidad para construir nuestras propias cadenas de suministro circulares, reducir la exposición a las crisis globales y asegurar los cimientos de nuestro futuro«, declaró en un comunicado el director general del Foro de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE), Pascal Leroy.
Los autores del estudio, elaborado con financiación comunitaria y publicado con motivo del Día Internacional de los Residuos Electrónicos, señalan que la UE y los países de su entorno económico como Reino Unido o Noruega disponen de una «mina urbana» de residuos electrónicos, que además podrían «prácticamente duplicarse» para 2050.
«El reciclaje y las reparaciones reducen la demanda y los residuos de materias primas críticas, aíslan a la UE de los riesgos de seguridad del suministro, crean empleos y promueven la agenda climática», resumen, por lo que anima a Europa a «recuperar más de estos materiales esenciales mejorando la recolección, el diseño y el reciclaje de equipos eléctricos y electrónicos de desecho«.
En 2022, la UE y sus socios generaron 10,7 millones de toneladas de residuos electrónicos, lo que equivale a unos 20 kilos por persona, con 29 materias primas críticas presentes en ese flujo.
Solo el 54 % de esos residuos se trató conforme a la normativa europea, permitiendo recuperar unas 400.000 toneladas de materiales valiosos, entre ellos 162.000 toneladas de cobre, 207.000 de aluminio, 12.000 de silicio, 1.000 de tungsteno y 2 toneladas de paladio, uno de los metales más caros del mundo.
El resto -unos 5 millones de toneladas- se perdió mezclado con chatarra, vertido, incinerado o exportado, mientras que incluso dentro de los sistemas regulados se pierden anualmente unas 100.000 toneladas de materias críticas, sobre todo tierras raras presentes en imanes y polvos fluorescentes.
De cara a 2050, el volumen total de residuos electrónicos podría alcanzar entre 12,5 y 19 millones de toneladas anuales, con entre 1,2 y 1,9 millones de toneladas de materias críticas integradas, apunta el estudio.
En el mejor escenario -basado en la economía circular y el diseño inteligente- Europa podría mantener estable la generación de residuos y recuperar más de un millón de toneladas de estos materiales al año, reforzando su autonomía estratégica.
«Europa solo recicla el 1 % de sus materias primas críticas. Necesitamos un cambio de mentalidad real para convertir esta montaña de residuos en una nueva fuente de riqueza«, afirmó en un comunicado la comisaria europea de Medio Ambiente, Resiliencia Hídrica y Economía Circular Competitiva, Jessika Roswall.
Los autores subrayan que esta «mina urbana» representa una oportunidad económica y geopolítica, ya que permite reducir la dependencia de terceros países, mitigar impactos ambientales y crear miles de empleos verdes en la recogida, reparación y reciclaje de alta tecnología. EFE / ECOticias.com