La gestión mundial de la pesca sigue siendo lamentable. Según un informe publicado recientemente por Oceana, solo una de cada seis poblaciones de peces forrajeros en el Atlántico Nororiental se encuentra en estado saludable y es explotada de manera sostenible.
La organización de conservación marina insta a los países del Atlántico Nororiental a mejorar la gestión de estos pequeños peces. Empezando por las decisiones sobre límites de capturas para 2024 que se adoptarán a finales de este año.
Muchas especies marinas, desde mamíferos y aves marinas a peces de importancia comercial, dependen de peces forrajeros como el lanzón, la anchoa, la sardina, el espadín y el arenque como principal fuente de alimento.

Hay mucho para mejorar
Sin embargo, los países del Atlántico Nororiental no están conservando y explotando estas especies a niveles sostenibles. De las 32 poblaciones de peces forrajeros analizadas en el informe de Oceana, solo una pequeña fracción (el 16%, es decir, 5 poblaciones) se encuentra en un nivel de abundancia saludable y es explotada de manera sostenible. El resto, o sufren sobrepesca, o presentan niveles preocupantes de abundancia. O se desconoce su estado por falta de datos.
«Estamos fallando en la forma en que explotamos los peces forrajeros, como demuestra el lamentable estado de sus poblaciones. Cuando este otoño se discutan los límites de captura para el próximo año de anchoa, espadín, arenque y otros peces forrajeros, los ministros de pesca deben abandonar el enfoque de ‘pesca tanto como puedas’.
Y empezar a tener en cuenta que son el sustento principal de otros animales marinos, incluyendo especies de importancia comercial como el bacalao,» afirma Vera Coelho, vicepresidenta adjunta de Oceana en Europa.
Una normativa que debe cambiar
La normativa actual de gestión pesquera se centra en maximizar las capturas a largo plazo, lo que puede ser sostenible para las propias poblaciones de peces forrajeros, pero no necesariamente para sus depredadores, ya que no les garantiza un abastecimiento adecuado de alimento.
Estos mismos depredadores también se ven afectados por la intensa explotación que se hace de los peces forrajeros para usos industriales. Las capturas de algunas poblaciones de estas especies se destinan casi exclusivamente a la producción de harina y aceite de pescado, que se utilizan como fertilizantes y piensos en la acuicultura y la ganadería.
«No tiene sentido quitarle esta fuente esencial de alimento a bacalaos, alcatraces o delfines, por ejemplo, para dársela a los salmones de piscifactoría u otras especies de acuicultura», añade Coelho.
Las poblaciones de peces forrajeros fluctúan enormemente en cuanto a su abundancia y distribución a causa de las temperaturas del océano, cada vez más elevadas, y de su éxito reproductivo, entre otros factores.
La sobrepesca agrava esta situación y merma la resiliencia de estos peces a los cambios ambientales y a otras presiones de origen humano, incluyendo los efectos del cambio climático. Las dificultades para determinar su abundancia y tasa de explotación, incluso para poblaciones evaluadas científicamente, hace que las medidas de gestión puedan resultar inadecuadas.

Sugerencias de Oceana
Para gestionar mejor las especies de peces forrajeros, Oceana insta a los responsables en materia de pesca de la Unión Europea y otros Estados del Atlántico nororiental a adoptar una gestión ecosistémica de la pesca.
La misma debe tener en cuenta el papel que desempeñan los peces forrajeros en las redes tróficas marinas y en el ecosistema en general. Las principales recomendaciones del informe incluyen:
- Adoptar límites de capturas en línea con un asesoramiento científico que considere las interacciones entre especies, el funcionamiento del ecosistema y las condiciones del medio ambiente.
- Implementar estrategias de gestión adaptativas con el objetivo mantener las poblaciones de especies forrajeras dentro de límites ecológicos. Y actualizarlas a través de evaluaciones periódicas.
- Mejorar la protección de hábitats y ecosistemas, restringiendo las actividades que puedan degradar los hábitats esenciales de los peces forrajeros. Y exigiendo una evaluación exhaustiva del impacto de la pesca de estas especies.
Mantener las poblaciones de peces forrajeros en niveles abundantes aportará beneficios tanto para el medio marino como para las comunidades pesqueras y la sociedad en general. La gestión mundial de la pesca sigue siendo lamentable.