En plena búsqueda del motor más sostenible, aparece el primer motor de aire comprimido de la historia. Ofrece cero emisiones y ningún combustible. El motor eléctrico parecía ser la única opción, pero parece tener un digno competidor en este modelo. Hablar de energías alternativas en el terreno de la automoción es referirse a automóviles eléctricos generalmente.
Sin embargo, existen muchísimas más opciones en ocasiones desconocidas. La descarbonización es mucho más que dejar de utilizar los combustibles fósiles. Aunque esta opción sería la ‘ideal’, resulta utópica, ya que los combustibles fósiles tienen un alto grado de importancia en nuestra vida, sobre todo en lo que tiene que ver con la movilidad.
Lo que propone el térmico ‘transición energética’ es ir descartando el uso de estos combustibles poco a poco. Versa sobre reducir las emisiones de CO2 cortando algunas actividades que supongan un riesgo ambiental e intercambiarlas por otras, cambiando los hábitos de consumo de energía y mejorando la eficiencia energética.
El motor de aire comprimido deja fuera de juego a los coches eléctricos y de hidrógeno
Llevamos años oyendo hablar de los motores neumáticos o vehículos impulsados por aire comprimido, pero por alguna razón no han llegado a prosperar. Hablamos de una tecnología simple. No emite ninguna emisión contaminante y su combustible no es otra que el aire a presión. Tomando en cuenta estas características, estamos ante algo profundamente revolucionario y que podría ser la base de futuros vehículos no contaminantes, económicos y sencillos.
Los motores de aire comprimido basan su funcionamiento en la compresión del aire principalmente y están compuestos de tres ciclos: compresión, inyección y expansión. En el primero actúa de la misma manera en que lo hacen los motores convencionales. El contenido del cilindro es comprimido, a alrededor de 20 bares subiendo su temperatura hasta aproximadamente 400 grados centígrados.
En el ciclo de inyección se inyecta aire comprimido a temperatura ambiente a través de la acción de bombas de presión de unos 300 bares. Al mismo tiempo, el pistón se encuentra en una posición que ejerce una presión máxima con el aire al mínimo volumen. Por último, en el ciclo de expansión, el aire comprimido inyectado durante la fase anterior genera un incremento de la presión en el cilindro, logrando generar una expansión que ejerce la fuerza del empuje sobre el pisón.
A este último ciclo también se lo llama ciclo de trabajo porque es en el que se genera la fuerza que mueve el motor. Basa su funcionamiento en el fenómeno del aire comprimido aumentando su temperatura e introduciendo aire a temperatura ambiente de manera posterior. Esto genera un enfriamiento que hace que se produzca un aumento de presión que mueve el pistón.
El motor de aire comprimido tiene sus ventajas
Este tipo de motores traen de la mano grandes ventajas, como bajo coste de mantenimiento, ninguna emisión contaminante y el posible reaprovechamiento del aire frío en el sistema de aire acondicionado. Aunque los motores de este tipo sean parecidos entre sí, no todos son iguales. En esta ocasión, nos centraremos en el motor fabricado por MDI.
La firma gala asegura que los motores de aire comprimido tienen un mantenimiento muy económico con cambios de aceite a los 50.000 km y una autonomía de alrededor de 300 km. MDI (Moteur Development International) es una compañía creada en 1991 por el ingeniero francés Guy Nègre, con experiencia previa en la fabricación de motores en la industria aeronáutica y Fórmula 1. En 1992, surgió el proyecto de realizar un motor de estas características, pero el primer prototipo no llegó hasta 1998.
En la actualidad, MDI continúa apostando por esta tecnología y apoya la idea de introducir esta alternativa como algo viable y real. Sin embargo, desde que el proyecto del motor de aire comprimido apareció, la empresa sigue sin despegar sin conseguir el respaldo necesario. Todo apunta a que, por ahora, el futuro tiene el sello del hidrógeno.