Investigadores del Instituto de Biología Evolutiva (IBE) de Barcelona han identificado un «componente genético autóctono y exclusivo» de las poblaciones norteafricanas que se remonta a 13.000 años atrás.
El centro de investigación, dependiente del CSIC y la Universitat Pompeu Fabra (UPF), ha llegado a esta conclusión tras analizar 800.000 marcadores genéticos distribuidos en el genoma de 125 individuos de siete poblaciones representativas de la región –saharauis, marroquíes del norte y sur, argelinos, tunecinos, libios y egipcios–.
El estudio, que publica la revista ‘PLoS Genetics’, se ha centrado en una región «especialmente interesante» para los genetistas de poblaciones humanas, por su localización estratégica entre el continente europeo, Oriente Próximo y el continente africano.
La investigación, en la que también ha colaborado la Universidad de Stanford, descarta de este modo que los habitantes actuales del norte de África sean descendiente directos de las poblaciones con restos arqueológicos más antiguos –datados hace 50.000 años–, a la vez que descarta también que sean descendientes de las poblaciones neolíticas de Oriente Próximo que hace unos 8.000 años introdujeron la agricultura en la región.
De este modo, la composición genética de los norteafricanos es «extremadamente compleja», si bien también existe un patrón común que sería fruto de una migración más reciente, en teoría procedente de un subgrupo de humanos que partió del África subsahariana y, después de un largo viaje por Oriente Próximo, se estableció en el norte del continente.
El coordinador del estudio, David Comas, defiende además que más allá del componente autóctono, dichas poblaciones comparten marcadores genéticos con «todas» las regiones vecinas.
Por ello, se puede observar una influencia procedente de Oriente Próximo que decrece a medida que la Península Arábiga se aleja, proporciones similares de influencia europea y, en algunas poblaciones, influencia también de poblaciones del sur del Sáhara.
Este último caso se debería al intercambio genético que se produjo hace «solo» entre 24 y 30 generaciones atrás –entre 750 y 900 años–, y que coincide con el apogeo de los imperios bereberes y con el comercio de esclavos negros a través del desierto.
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