Esta es una pregunta fundamental para estas épocas si queremos tener una vida saludable. ¿Cómo evitar las intoxicaciones alimentarias de verano? Teniendo en cuenta las altas temperaturas que se están experimentando es bueno seguir una cuantas instrucciones sencillas. La primordial es extremar la higiene personal para evitar intoxicaciones alimentarias.
En realidad, hasta que no las sufrimos en ‘carne propia’ no somos conscientes de la enorme cantidad de oportunidades que tenemos de padecer intoxicaciones alimentarias. Y en verano estas probabilidades son mucho mayores, ya que la comida se descompone más fácilmente, es decir, que las bacterias, hongos y otros parásitos proliferan con mayor facilidad.
cada año se experimentan infinidad de casos de intoxicaciones alimentarias, cuyos efectos pueden ser simplemente un malestar estomacal o náuseas, pero las hay que resultan potencialmente letales. Y como siempre, debemos velar por las personas más vulnerables, que son los que tienen enfermedades preexistentes, especialmente si afectan a su sistema inmunitario, los niños y los ancianos y también las mujeres embarazadas.
Evitemos intoxicaciones alimentarias este verano
Debemos lavarnos cuidadosamente las manos tras ir baño y si se toca cualquier tipo de superficie que pueda estar contaminada, especialmente, tierra, plantas y/o animales. Y siempre y sin ninguna excepción, hay que hacerlo antes de manipular alimentos, con lo que damos un paso importante en favor de que no aparezcan intoxicaciones alimentarias.
Después de cocinar, y muy especialmente en las épocas calurosas de verano, se debe refrigerar la comida sobrante lo antes posible. Dejarla a temperatura ambiente implica que puede contaminarse. Y que si hay alguna bacteria, esta prolifere. La fruta y la verdura que estén peladas y cortadas y los sobrantes de ensaladas, tienen que conservarse en un sitio refrigerado.
Comer fuera
No importa dónde decidamos ir a pasar el día. Ya sea a la playa, la montaña o el campo, ninguna precaución es poca para cuidarnos y hacer lo propio con la familia. La comida tiene que estar refrigerada, ya sea mediante bolsas de hielo o con neveras que dependan de baterías. También es válido aprovechar el fresco del agua de ríos o del mar para mantener los alimentos acondicionados.
En cuanto a los sobrantes, lo ideal es generar la menor cantidad de residuos posible. Por tanto, o los colocamos en un sitio refrigerado, o los tiramos en el contenedor adecuado, si creemos que pueden descomponerse. Se deben mantener los alimentos en recipientes herméticamente cerrados, para que no entren en contacto con insectos y ni les caiga arena o tierra.
Por otra parte, hay que evitar a toda costa la contaminación cruzada. Por eso, tanto las tablas, como los platos o los cubiertos usados con alimentos crudos, no deben volver a emplearse con los cocinados sin haberlos lavado previamente y a conciencia.
Lo ideal sería utilizar distintos utensilios para cada tipo de alimento o de preparación, ya sean cubiertos, platos o tazas. Lo mismo se aplica con los elementos que usemos para servir guisos, salsa o ensaladas, que deben estar escrupulosamente limpios.
Si estamos en un lugar donde el agua no ofrece garantías, es mejor optar por beber la embotellada y no consumir hielo. También se tiene que ser cuidadoso con los moluscos que se comen vivos y con las verduras y con las frutas que se toman sin pelar (antes deben ser lavadas a conciencia, así que lo mejor es hacerlo en casa y llevarlas en recipientes herméticos).
Evitar las contaminaciones alimentarias es en realidad una cosa de sentido común. Ser cuidadoso con la higiene, la pulcritud y el cuidado de la temperatura de los alimentos, es la base de que tengamos una buena temporada de verano sin que nadie de la familia se vea afectado por este motivo.