Todos los padres desean que sus hijos tengan una vida saludable. Pero a veces se enfrentan a los desafíos de Internet y de la tecnología que absorben la atención de los niños, algo que puede llegar a resultarles muy perjudicial. Para evitarlo, aquí van 5 consejos que pueden ser de gran ayuda.
Establece unas normas claras respecto a internet
El primer paso para regular el uso de las pantallas y el uso de internet en menores es establecer normas claras. Hay que mantener una conversación sincera para que entiendan por qué no pueden estar todo el día «enganchados» y por qué deben seguir algunas normas. En este sentido, hay que explicarles qué se puede (y qué no se puede) hacer con el móvil, cuánto tiempo se le puede dedicar y en qué momentos hay que reducir su uso.
Todos sabemos que los venenos son peores en función de la dosis. Con las nuevas tecnologías pasa lo mismo. Cuánto es mucho o cuánto es poco depende del efecto que tenga en la vida personal. En el caso de los niños, hay que prestar atención a si el uso de estos dispositivos cambia su comportamiento o si las actividades que realizan, como es el caso de los videojuegos, les crean una cierta adicción.
Negocia sin miedo
Más allá de las recomendaciones generales, no hay normas de oro para el empleo de los móviles y de Internet y que, por lo tanto, como cada niño es diferente, las condiciones se pueden pactar. De ahí la importancia de negociar el tiempo de uso. Si un niño se porta bien y tiene buen rendimiento escolar, a veces podemos dejarle el móvil un ratito más.
En otros casos, cuando vemos que el uso de estas herramientas genera un problema, es importante restringir su uso. Asimismo, hay que aclarar que el tiempo pactado también puede variar en función de las circunstancias. En periodos de exámenes, por ejemplo, habrá casos en los que será necesario reducir el uso de estas herramientas.
Hay que recordar que abordamos esta conversación como padres; ni como amigos, ni como colegas. Hay veces que, nos guste más o menos, tenemos que imponer ciertas normas. Por eso mismo, la última palabra siempre debe recaer en los progenitores.
Antes de prohibir, es mejor ofrecer alternativas
Los límites sobre el uso del móvil y de Internet pueden resultar más llevaderos si, a cambio, se ofrece una alternativa. Las actividades al aire libre, por ejemplo, resultan claves para el desarrollo de los más pequeños. Y en ellas no hace falta depender de ningún elemento tecnológico. Los niños nunca piden el móvil cuando están en la playa o en un parque acuático, porque se lo están pasando bien y andan entretenidos. Sí lo piden, por ejemplo, cuando vamos a comer y se aburren con las conversaciones de los adultos.
Las alternativas al móvil pasan por actividades recreativas de todo tipo: desde jugar al aire libre hasta hacer deporte, pintar, hacer manualidades, leer un cuento o pasar un rato en familia. Es lo que se ha hecho toda la vida. No tiene más secretos.
Si quieres una vida saludable para ellos: da el ejemplo
De nada sirven los consejos sobre el buen uso del móvil si los niños ven que sus padres hacen justamente lo contrario. Antes de predicar, pues, es mejor intentar dar ejemplo. Enseñamos muchas más cosas a los niños cuando no les intentamos enseñar nada que cuando si intentamos hacerlo.
Si queremos enseñar a los niños que no deben depender de una pantalla, es imprescindible que los mayores les demostremos lo mismo con nuestras acciones, hay que recordar que el uso excesivo de las pantallas y de Internet también perjudica (y mucho) a los adultos. De hecho, se estima que los adultos miran el móvil cada diez minutos. Y los menores de 25 años, cada siete.
Con seguridad y sin contraseñas
Los móviles que utilizan los niños deben estar siempre bajo supervisión, de modo que nada de contraseñas en estos dispositivos. Y es mejor no utilizarlos a puerta cerrada. Es más importante la seguridad de los niños que su privacidad. Por eso es fundamental que estemos pendientes de cómo utilizan el móvil y de qué hacen con él. Se recomienda aplicaciones diseñadas para el control parental de estos dispositivos.
Y un consejo extra: paciencia en tiempos de rebrotes
La incierta expansión de la pandemia de la COVID-19 hace temer que haya nuevos confinamientos. No hay que culpabilizar ni a los padres ni a los niños. Ambos lo han pasado mal y ambos lo han llevado lo mejor que han podido.
Ahora, pues, toca aprovechar los periodos de calma para desconectar del móvil y pasar más tiempo en familia alejados de las pantallas. Estos momentos servirán para cargar las pilas de cara a un futuro incierto. Y, cuando llegue otro (posible) encierro, tocará adaptarse de nuevo a las circunstancias, siempre con cabeza y empatía para abrazar una vida saludable.