La ‘adaptación climática‘ es un concepto utilizado para referirse a un amplio abanico de medidas para reducir la vulnerabilidad a los efectos derivados del cambio climático, desde la plantación de variedades de cultivos más resistentes a la sequía hasta la mejora de la información climática y los sistemas de alerta temprana, pasando por la construcción de defensas más sólidas contra las inundaciones, pero para todo ello se requieren ‘fondos‘.
La ‘adaptación climática‘ también debe impulsarse a nivel nacional e internacional con ‘fondos‘ suficientes, se calcula que unos 310000 millones de dólares.
Además de desarrollar las políticas necesarias para guiar la adaptación, los gobiernos deben considerar otras medidas a gran escala, como fortalecer o reubicar la infraestructura de las áreas costeras afectadas por el aumento del nivel del mar, construir infraestructura capaz de resistir más condiciones climáticas extremas, mejorar los sistemas de alerta temprana y el acceso a la información sobre los desastres, desarrollar mecanismos de seguros específicos para las amenazas relacionadas con el clima y crear nuevos sistemas de protección para las especies silvestres y los ecosistemas naturales.
El reloj climático avanza, y sin un salto financiero inmediato aportando ‘fondos‘ para la ‘adaptación climática‘ global corre el riesgo de quedarse muy por detrás de la requerida, alerta un nuevo informe de la agencia para el medio ambiente, detallando que se precisan doce veces más fondos que los que se dedican actualmente a responder a la crisis climática.
Brecha de financiamiento de al menos 310.000 millones de dólares anuales
El mundo enfrenta un déficit financiero alarmante para la ‘adaptación climática’ a pesar del evidente aumento de las temperaturas globales y de los eventos extremos cada vez más devastadores, alertó este miércoles el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
En un nuevo informe sobre el tema, el PNUMA advirtió de una brecha de financiamiento de al menos 310.000 millones de dólares anuales para las medidas de adaptación en los países en desarrollo a partir de 2035.
La cifra es doce veces mayor que los flujos actuales de financiamiento internacional.
El reloj climático avanza, y sin un salto financiero inmediato, la adaptación global corre el riesgo de quedarse muy por detrás de lo que hace falta, sostiene el informe.
Publicado en vísperas de las negociaciones de la COP30 en Belém, Brasil -por celebrarse a partir del 10 de noviembre-, el estudio revela que, pese a los avances en la planificación y aplicación de políticas de adaptación, el financiamiento sigue muy por detrás de las necesidades.
De mantenerse las tendencias actuales, la meta del Pacto Climático de Glasgow de duplicar el financiamiento internacional para adaptación hasta unos 40.000 millones de dólares en 2025 no se cumplirá.
Los impactos climáticos se aceleran y no hay tiempo que perder
“Los impactos climáticos se están acelerando. Sin embargo, el financiamiento para la adaptación no mantiene el ritmo, dejando a los más vulnerables expuestos a mares en ascenso, tormentas mortales y olas de calor insoportables”, subrayó el Secretario General de la ONU, António Guterres, y agregó que la adaptación “no es un gasto: es un salvavidas. Cerrar la brecha de adaptación es proteger vidas y garantizar justicia climática”.
El informe calcula que los países en desarrollo requerirán entre 310.000 y 365.000 millones de dólares anuales en 2035. En contraste, los flujos actuales de financiamiento internacional para adaptación se situaron en apenas 26.000 millones de dólares en 2023, una disminución respecto a los 28.000 millones del año anterior.
La directora ejecutiva del PNUMA refirió que los efectos del cambio climático ya son palpables en todo el planeta: incendios, sequías, inundaciones, desertificación y costos crecientes.
“Necesitamos un impulso global para aumentar el financiamiento para la adaptación, tanto pública como privada sin agravar la deuda de las naciones vulnerables. Si no invertimos ahora, pagaremos costos crecientes cada año”, dijo Inger Andersen
Avances irregulares y difíciles de evaluar
Según datos del PNUMA, un total de 172 países cuentan ya con al menos una política, estrategia o plan nacional de adaptación, aunque 36 de ellos no han actualizado sus instrumentos en más de una década, lo que podría derivar en medidas ineficaces o incluso contraproducentes.
En los Informes Bienales de Transparencia del Acuerdo de París, los países reportaron más de 1600 medidas de adaptación implementadas, principalmente en biodiversidad, agricultura, agua e infraestructura. No obstante, son pocas las naciones que informan sobre los resultados e impactos reales de esas provisiones, lo que dificulta evaluar su eficacia.
Los fondos multilaterales de adaptación -como el Fondo de Adaptación, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial y el Fondo Verde para el Clima-, incrementaron su apoyo hasta 920.000 millones de dólares en 2024, un aumento del 86% respecto al promedio quinquenal previo. Aun así, el informe considera que podría tratarse de un repunte temporal, dada la creciente presión fiscal global.
El desafío del financiamiento para frenar el cambio climático
La Nueva Meta Colectiva Cuantificada acordada en la COP29 establece que los países desarrollados deben aportar al menos 300.000 millones de dólares anuales al financiamiento climático para 2035. Pero el PNUMA afirma que esa cifra es insuficiente.
El “Camino de Bakú a Belém”, que busca movilizar 1,3 billones de dólares para 2035, podría ser clave, pero debe evitar que la deuda de los países vulnerables se agrave. El informe enfatiza la necesidad de subvenciones y financiamiento concesional para no aumentar la carga financiera de las naciones en desarrollo.
El papel del sector privado
El PNUMA destaca que el sector privado también debe ser parte de la solución, y cifra en 50.000 millones de dólares anuales el potencial realista de inversión privada en prioridades nacionales de adaptación. Actualmente, esas inversiones alcanzan apenas 5000 millones de dólares.
El informe señala que lograr esa meta de inversión privada requerirá políticas específicas y esquemas de financiamiento mixto que reduzcan los riesgos e incentiven la participación empresarial. Sigue leyendo en: ECOticias.com
















