Cómo afrontan los españoles la ‘debacle’ del cambio climático. El cambio climático, fenómeno global, golpea también de forma muy particular a España. Los ejemplos se multiplican cada día ante nuestros ojos: restricciones de agua para millones de personas, hectáreas de cultivos dañadas en todo el territorio, sequías que son cada vez menos excepcionales y un sinfín de récords de temperatura. No hay año más cálido que 2023. Y eso por no hablar del impacto del cambio climático sobre la pérdida de biodiversidad.
La gran cumbre mundial del clima, la COP28, este año en Emiratos Árabes Unidos, abre una ventana informativa a la crisis climática: es la cita perfecta para divulgar datos sobre su gravedad y sobre el camino a seguir para mitigar sus efectos. Hablamos mucho estos días del clima, sí, pero, ¿hasta qué punto interesa a la opinión pública española? ¿Somos conscientes de la gravedad de la crisis climática y de sus consecuencias? ¿Por qué estamos menos movilizados que otras sociedades europeas?
Barómetro del CIS
El último barómetro del CIS, el del mes de noviembre, preguntaba directamente a los españoles si les preocupaba el cambio climático. A bote pronto, la respuesta era contundente: el 77% decía que le preocupaba mucho o bastante. Sólo un 7% afirmaba no estar para nada inquieto.
Pero hay otra pregunta que nos da entender hasta qué punto la crisis climática es una prioridad para nosotros. Cuando el CIS pregunta, de forma abierta, sin sugerir opciones, que enumeremos los tres principales problemas de España, sólo un 5,2% de los encuestados menciona el cambio climatico.
Eso explica, en parte, que nos movilicemos mucho menos que los ciudadanos del centro y norte de Europa. Allí las manifestaciones en la calle para pedir acciones para frenar el cambio climático son mucho más frecuentes que en nuestro país, a pesar de que en España las consecuencias son igual o incluso más evidentes.
¿Por qué ocurre eso?
Las investigaciones sociológicas ponen de manifiesto que los países más ricos tienen más conciencia medioambiental que los más pobres. Cuando una sociedad ha conseguido un nivel de desarrollo y bienestar en lo material, empieza a buscar valores posmateriales, como tener un aire limpio.
Es allí donde los países del centro y el norte de Europa llevan la delantera a los países del sur y del este. España ha tenido históricamente tasas de desempleo mucho más altas que las de otros países europeos. La economía, las necesidades económicas del día a día, han sido nuestra prioridad durante décadas.
La política refleja también las prioridades de una sociedad. En Alemania, por ejemplo, el Partido Verde forma parte de la coalición de gobierno. En España, ningún partido centrado en cuestiones ambientales y climáticas tiene siquiera representación en el Congreso. Quienes lo han intentado en los últimos años esgrimen razones distintas.
Crisis ecológica
Estamos lejos de entender la gravedad de la crisis ecológica en la que estamos inmersos y los impactos que tiene en todos los niveles.
Si las condiciones ambientales impiden la producción de ciertos alimentos, es evidente que los precios subirán.
Caminar hacia una sociedad más concienciada, más movilizada, pasa también por dar más y mejor información a la ciudadanía. Hay que avanzar en el terreno de la capacitación. Una cosa es tener conciencia del cambio climático y otra es saber cómo se concreta en nuestra vida y cómo podemos actuar para frenarlo: hay que contar bien a la ciudadanía qué significa disminuir el consumismo o qué es la huella ecológica.
Tenemos un problema
Tenemos que pasar del discurso de ‘tenemos un problema’ al discurso de ‘estas son las soluciones’ el cambio climático representa para España un riesgo enorme, pero también una gran oportunidad. La transición verde tiene grandes beneficios para un país como el nuestro, pero hay que explicar a los sectores afectados que adaptarse y cambiar el rumbo es bueno para todos.
Un ejemplo de ello a los agricultores. Muchos de ellos se verán forzados a cambiar sus cultivos, a adaptar su actividad. Si no ven ese esfuerzo como algo positivo, tenderán a abrazar discursos que niegan la gravedad de la crisis climática, por lo que se debe impulsar la agricultura regenerativa como oportunidad de futuro sostenible.
La COP28 sigue estos días su curso. Limitar el calentamiento global a 1,5 grados respecto a los valores preindustriales sigue siendo un objetivo para todos, aunque la meta cada vez parece más difícil de alcanzar.
En paralelo, los gobiernos de la Unión Europea aprueban normas para acelerar la transición ecológica, rebajar emisiones y restaurar la biodiversidad. El green deal, de hecho, era piedra angular de las políticas de la Comisión Europea, a punto de agotar su mandato. Los gobiernos, las grandes multinacionales, tienen todavía un buen margen de maniobra, pero la consciención social, al menos en nuestro país, también tiene camino por recorrer. Cómo afrontan los españoles la ‘debacle’ del cambio climático.