El yacimiento de Carreras Pampa, dentro del Parque Nacional Torotoro (Bolivia), se ha convertido en un nuevo punto de referencia mundial para la paleontología de huellas. Un equipo internacional liderado por Raúl Esperante ha contabilizado y clasificado una concentración excepcional de icnitas en una misma superficie de roca, con evidencias no solo de marcha, sino también de natación y de arrastre de cola, un comportamiento difícil de atrapar en el registro fósil.
El trabajo, publicado en PLOS ONE, no se limita a añadir un número llamativo a la estadística global. Su valor reside en la lectura fina del “movimiento” conservado en el barro de hace decenas de millones de años, convertido hoy en limolita. En el mismo nivel estratigráfico aparecen huellas profundas, pisadas superficiales, trayectorias con cambios de dirección y marcas alargadas que los autores interpretan como “swim tracks”, arañazos de las garras cuando el animal avanzaba flotando en aguas someras y tocando el fondo de forma intermitente.
Una costa del Cretácico convertida en autopista
Los datos ayudan a dimensionar el hallazgo. En nueve sectores de una superficie de unas 7.485 metros cuadrados, el equipo reporta 1.321 rastros (trackways) y 289 huellas aisladas, con un total de 16.600 huellas atribuidas a terópodos. A ello se suman 280 rastros de natación, que reúnen 1.378 marcas de garras, además de varios rastros con trazas de cola y presencia local de huellas de aves asociadas a las de dinosaurio.
La lectura ambiental también es relevante. El estudio describe una orientación marcada de los rastros, compatible con desplazamientos a lo largo de una paleocosta, y compara esta “direccionalidad” con otros yacimientos. El resultado es la imagen de un corredor natural muy transitado, más parecido a una vía de paso recurrente que a un episodio aislado.
Esa idea, la de un espacio de tráfico intenso y repetido, encaja con un elemento que suele pasar desapercibido fuera del ámbito especializado. Las huellas no son solo “pisadas bonitas”, son datos medibles sobre tamaños, zancadas, ritmos y conductas. El propio artículo subraya que la escala de la muestra permite estimar velocidades, tipos de marcha y proporciones de zancada, y que la diversidad de preservación refleja cambios en el estado del sustrato (más húmedo o más firme) a lo largo del tiempo y del espacio.
La rareza de ver dinosaurios nadando
Las “swim tracks” constituyen, probablemente, el elemento más distintivo para el gran público, y también uno de los más delicados de interpretar. En Carreras Pampa, los autores registran rastros de natación en secuencias continuas, algo que permite discutir la locomoción en agua con más apoyo que cuando aparecen marcas sueltas.
La lógica es sencilla, aunque la evidencia sea rara. Si el agua cubría parte del cuerpo, el animal podía avanzar sin apoyar siempre la planta completa. En ese caso, lo que queda no es la huella tridáctila “limpia”, sino arañazos y trazos alargados de los dedos. Visto así, el yacimiento funciona como una cámara lenta del comportamiento en un borde litoral, donde caminar, girar y nadar podían alternarse en pocos metros.
Ciencia y conservación en un parque nacional
El tamaño del yacimiento coloca el foco también en su gestión. Las huellas están dentro de un parque nacional que, por definición, combina valor natural, investigación y presión turística. El propio Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP) ha difundido en su web actuaciones de seguimiento y coordinación en Torotoro, desde inspecciones de infraestructura y medios hasta reuniones con el comité de gestión orientadas a conservación, vigilancia y turismo responsable.
En paralelo, el interés mediático por el hallazgo ha crecido en las últimas semanas, con lecturas divulgativas que remarcan tanto el récord numérico como la ventana conductual que ofrece Carreras Pampa.




















