La expansión del visón americano ya no es un problema abstracto, ni un titular lejano asociado a Escandinavia o al Reino Unido. Un equipo de investigadores húngaros ha documentado su presencia estable y dispersa en el Szigetköz (la llanura fluvial del Danubio en el noroeste del país), con 51 observaciones aportadas por 22 informantes locales y 16 registros respaldados por fotografías. De ese material, el trabajo identifica 38 lugares distintos de aparición repartidos entre Dunakiliti y Ásványráró, un patrón compatible con un proceso de asentamiento y expansión en un corredor acuático de alta conectividad.
El estudio, publicado en la revista científica húngara Természetvédelmi Közlemények, subraya una debilidad habitual en las invasiones biológicas (la ventana inicial en la que la especie avanza sin llamar la atención). Los autores reconocen que no existen aún censos sistemáticos basados en muestreos de campo, y por eso optan por un enfoque de detección temprana apoyado en entrevistas telefónicas seleccionadas mediante “bola de nieve” y búsquedas dirigidas en internet. La lógica es pragmática (si el animal ya está ahí, el primer objetivo es saber dónde y con qué intensidad).
Un carnívoro hecho para el agua y para la oportunidad
El visón americano (hoy citado en el artículo con el nombre científico Neogale vison) es un mustélido semiacuático con una plasticidad ecológica alta, rasgo que explica su capacidad para prosperar en entornos humanizados y en mosaicos de canales, islas y riberas. Su dieta generalista y su habilidad como nadador convierten a los humedales en autopistas ecológicas, con un impacto potencial sobre aves nidificantes, anfibios y pequeños mamíferos, además de la competencia por recursos con carnívoros nativos.
En Europa, la especie es un viejo conocido de la conservación. El visón americano se expandió a partir de escapes o liberaciones desde granjas peleteras y ha sido señalado repetidamente como un factor clave en el colapso del visón europeo, uno de los mamíferos más amenazados del continente. La Lista Roja de la UICN clasifica al visón europeo (Mustela lutreola) como “en peligro crítico”, con poblaciones fragmentadas y presiones múltiples donde la competencia con el invasor figura entre las principales amenazas.
Lo relevante del caso húngaro es el escenario (el Danubio como corredor transfronterizo) y el momento. El estudio recuerda que el primer ejemplar silvestre en Hungría se detectó en 1988 en el condado de Békés y, durante décadas, no hubo constancia de una dinámica sostenida. La novedad es el salto temporal (la reaparición reciente) y espacial (un foco en el Szigetköz).
El Danubio como vía de entrada y multiplicador del riesgo
Los investigadores apuntan a una hipótesis coherente con la geografía del problema. El Danubio no entiende de fronteras administrativas, y el tramo del Szigetköz está a tiro de piedra de Austria y Eslovaquia. El trabajo cita información mediática y de redes que ya situaba allí el avance, y la propia reconstrucción de observaciones refuerza la idea de una colonización en expansión aguas arriba y aguas abajo.
Ese patrón encaja con la experiencia europea. La normativa comunitaria sobre especies exóticas invasoras se diseñó precisamente para abordar un fenómeno que no se frena solo con medidas locales. La Comisión Europea recuerda que el corazón del sistema es la lista de especies preocupantes para la Unión, con restricciones y medidas obligatorias en prevención, detección y gestión.
Un control posible, pero dependiente de medios
La investigación lanza una advertencia que suele llegar cuando la invasión ya ha escalado. Prevenir la llegada puede ser imposible a estas alturas, reconocen los autores, pero la expansión “de tipo invasivo” aún podría contenerse con planes de acción adecuados y ejecución temprana.
Es una frase técnica con traducción operativa (más vale una intervención localizada hoy que una campaña crónica mañana). En este punto aparece otra arista del caso. Medios húngaros subrayan que el visón americano no está protegido, pero tampoco es una especie cinegética convencional, lo que desplaza el control hacia medidas de gestión específicas como la captura y el trampeo, y exige equipos, coordinación y presupuesto sostenido.
La pregunta decisiva no es tanto si existe una herramienta, sino si hay capacidad para aplicarla antes de que el animal colonice de forma continua el sistema fluvial.
La experiencia española ilustra esa dificultad. Un proyecto impulsado en el marco de la Fundación Biodiversidad plantea precisamente estudiar el impacto del visón americano sobre la diversidad nativa y definir propuestas de manejo y control, un reconocimiento institucional de que la respuesta debe apoyarse en evidencia y protocolos, no en improvisación.




















