En pleno conflicto por los abruptos cambios climáticos que hemos presenciado y la inminente necesidad por llegar a una exitosa transición energética a nivel global, diferentes sectores como el automotriz han puesto manos a la obra y buscan ofrecer movilidad con un motor más eficiente, sustentable y sostenible. Sin embargo, en el año 1873 el mundo de la automoción presenció un gran avance con un prometedor combustible.
Una larga búsqueda por el combustible ideal
Desde hace algún tiempo atrás hemos presenciado todo tipo de innovaciones que buscan ofrecer alternativas más sostenibles y sustentables para impulsar los vehículos en todo el mundo. Así es cómo surgió la innovadora idea de usar electricidad para impulsar un motor. Poco tiempo después se descubrió el gran potencial que tendría el hidrógeno en este sector.
La realidad es que los motores eléctricos han tenido un importante éxito en el sector automotriz, sin embargo, estos mismos aún tienen un gran camino por delante. Es importante mencionar que estos innovadores coches eléctricos aún no pueden ser implementados en todo el mundo debido a la gran falta de infraestructuras para recargar estos vehículos que hay en diversos países, sin mencionar los elevados costos que los mismos tendrían.
Por su parte, las movilidades impulsadas por hidrógeno como combustible también pueden ser una alternativa realmente tentadora debido a sus bajos índices de contaminación ambiental, debido a que el subproducto que se obtiene al quemar hidrógeno es solo vapor de agua. Pero al igual que los coches eléctricos, los motores impulsados por hidrógeno también tienen un largo camino por recorrer.
Aire comprimido como combustible: una prometedora idea que paraliza al sector automotriz
A pesar de todo esto, la idea de un combustible cero emisiones se remonta al año 1873 cuando se pensó por primera vez la idea de utilizar aire como combustible. Específicamente estamos hablando de aire comprimido, un combustible que sería incluso más sencillo de utilizar que el hidrógeno, debido a la producción tan extensa que se requiere para generar hidrógeno de manera limpia y sostenible.
La idea fue propuesta por dos ingenieros franceses, Andraud y Tessie de Montay en 1838, quiénes estrenaron un vehículo impulsado solo por aire comprimido y posteriormente en 1873 la idea fue implementada de manera práctica. Incluso diversas empresas francesas habrían optado por aplicar esta manera de propulsión en tranvías que funcionaron por un periodo de 40 años.
¿Cómo funcionan los motores de aire comprimido?
Antes de pensar en el funcionamiento de motores impulsados por aire comprimido es importante explicar lo qué es y en qué consiste. Este mismo consiste en un sistema que basa su funcionamiento en la entrada de aire a presión e impulsa un vehículo de manera eficiente y, lo más importante, con cero emisiones contaminantes que causen efectos nocivos en el medioambiente.
Una turbina impulsada por aire comprimido consta de tres ciclos. En primer lugar tenemos el ciclo de expansión, en donde el aire en el exterior es aspirado por un conducto de admisión que contiene el motor de aire comprimido. Luego de esto, la válvula de expansión es la encargada de liberar el aire.
Después nos encontramos con el ciclo de compresión, este mismo se basa en comprimir el aire que previamente se ha aspirado y se dirige a una cámara dentro de la motorización que se ha preparado para comprimir a este mismo a unos 20 bares, llegando a aumentar la temperatura hasta alcanzar unos 400 grados.
Finalmente nos encontramos con el ciclo de inyección, en esta última fase el aire que se encuentra comprimido en un depósito a 300 bares se inyecta a una presión entre 40 y 50 bares. Esto mismo se realiza dentro de un cilindro de compresión y así se aumentaría la presión en el pistón, el mismo que estaría en el punto mínimo de volumen de aire. Por último, se produciría el barrido del aire hacia el exterior y el ciclo comenzaría nuevamente.
Aunque la idea de una motorización impulsada por aire comprimido parecía ser la solución perfecta para un combustible limpio y sostenible, su desarrollo se ha visto obstaculizado por desafíos técnicos y prácticos a lo largo de los años. Tal vez, con más investigación y desarrollo, su potencial aún podría ser redescubierto en el futuro.
