Cada niño necesita conocer la naturaleza, es decir, el entorno en el que vive y entender que este se extiende mucho más allá de las cuatro paredes de la casa o la escuela. Puesto que existen infinidad de ámbitos y explorarlos y conocerlos, es una experiencia tan agradable como enriquecedora. Pero para hacerlo es fundamental la colaboración y participación de padres, familiares y educadores.
Resulta muy instructivo para el niño saber que existe una cadena alimenticia en la que participan todos los seres vivos. Que la naturaleza funciona de una manera que aún estamos investigando. O que hay elementos que son beneficiosos y otros dañinos. Lo que jamás se debe transmitir a los más pequeños son temores ni miedos personales.
La educación referida a la naturaleza debe basarse en el respeto hacia todos los seres que pueblan el entorno del niño. Es importante incentivar su natural curiosidad, estimulando mediante actividades lúdicas sus ansias de exploración y de conocimientos. Y ante una pregunta, siempre debe dársele una respuesta veraz e inteligible.
Cuanto más pequeños sean, con mayor naturalidad asumirán su rol dentro del entorno propio de la naturaleza. Y desarrollarán sus sentidos de manera práctica: probando, tocando, oyendo, viendo y oliendo. De forma que todas las sensaciones se incorporarán a su acervo, de manera fluida y agradable, unidas a la percepción de libertad que dan los espacios abiertos.
Beneficios de educar en contacto con la naturaleza
Un aprendizaje práctico e interactivo en contacto directo con la naturaleza despierta la imaginación y fomenta la creatividad. A ello se le suma un desarrollo integral de los sentidos y el crecimiento del acervo cultural de los pequeños. Además, si aprenden a conocer y a apreciar el medio ambiente que lo rodea y sus componentes, cuidarlo y protegerlo será para ellos un acto de lógica irrefutable.
Este tipo de aprendizaje trasciende todas las fronteras naturales de los niños. Es decir, que cuando vaya a la escuela, le parecerá muy normal explicar y compartir lo que sabe, al igual que le gustará hacerlo con parientes y amigos. Esos conocimientos que va acumulando, le permitirán hacer asociaciones prácticas, aplicables a su vida diaria, algo que estimulará su inteligencia y potenciará su percepción.
Los niños que aprenden qué es la naturaleza a edades tempranas desarrollan un pensamiento más crítico y creativo. Que les será de gran utilidad por el resto de sus vidas. Y experimentan una sensible mejora y un progreso importante en sus habilidades motrices e intelectuales, puesto que, para obtener respuestas, deben investigar. La naturaleza es ‘vital’ en la educación de los niños.
Respuestas de la naturaleza
Dado que la naturaleza suele tener varias repuestas válidas para muchas de las interrogantes que despierta, los niños aprenden de forma práctica que la tolerancia, las diferentes opciones y las diferencias de opinión son compatibles con la comprensión. Que ante un problema habrá distintas maneras de resolverlo. Y que todas son válidas y respetables.
Cuando los niños tienen contacto con la naturaleza a edades tempranas y de forma amigable y divertida, se evita que padezcan varias patologías. Como la biofobia (temor a todo lo que proviene o se relaciona con la naturaleza). O el trastorno por déficit de Naturaleza, que es una condición que está asociada a la depresión, la obesidad y la ansiedad, entre otras.
Respeto por la naturaleza
El respeto por la naturaleza y la valoración de sus beneficios y ventajas son una excelente forma, de que los niños se decanten por llevar una vida saludable. Si su única opción es el sedentarismo frente a una TV o consola de juegos, sin sentir el viento en la cara o la alegría de treparse a un árbol y comer una fruta fresca, les estaremos acotando las opciones de vida.
Además de tener contacto directo con la naturaleza, si esto se hace de manera que participen muchos niños, es una forma muy útil de fortalecer los lazos de complicidad. Además de la participación conjunta en actividades lúdicas, instructivas y de descubrimiento. Esta es una forma de colaboración y de vida gregaria, que marcará positivamente a los participantes de por vida.
Los niños que conocen la naturaleza y la aprecian desde que son muy pequeños, tienen una amplitud de miras muy importante. Y son capaces de entender, que tanto sus decisiones como sus acciones afectan de manera positiva o negativa al medio ambiente, a los ecosistemas y a todos los seres vivos que los integran. Ello les ayuda a prever las consecuencias de sus actos, como algo natural y no como una imposición.
Los niños y su innato amor por la naturaleza
María Montessori y la naturaleza es un concepto que se basa en los trabajos de esta infatigable médica y pedagoga italiana. Que sostenía que los niños debían ser educados en contacto directo con la naturaleza, puesto que sentían un innato amor hacia ella y era fundamental que este sentimiento de se desarrollase y prosperase.
El Método Montessori de enseñanza surgió como respuesta a la necesidad que esta gran mujer sentía, de ayudar a los niños a desarrollarse de forma integral. Es decir, en todos los aspectos: físico, espiritual e intelectual. Para ello consideró que el contacto con la naturaleza debía ser uno de los pilares de su innovador sistema educativo.
Trastorno por déficit de naturaleza
En los últimos años, los pediatras, educadores y psicólogos hablan del síndrome o trastorno por déficit de naturaleza que afecta sobre todo a los niños y niñas que viven alejados de entornos naturales. A esta tendencia tenemos que sumarle, el crecimiento de la población y saturación en las ciudades donde el verde está cada vez menos presente, y los estilos de vida sedentarios de las nuevas generaciones.