En un artículo publicado en la revista Science, los autores señalan que la biodiversidad debería recibir un mayor reconocimiento como bien público mundial. Según este grupo de investigadores, la biodiversidad nos brinda gran cantidad de bienes, como alimentos, madera, fibra y medicamentos, y servicios como la regulación climática, el control de inundaciones, el ciclo de los nutrientes, la polinización y la posibilidad de realizar diversas actividades recreativas.
Precisamente en este aspecto, la iniciativa TEEB (The Economics of Ecosystems and Biodiversity, o «Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad»), organizada y apoyada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, ha estimado que los beneficios económicos de la biodiversidad son entre 10 y 100 veces superiores al coste de conservar los ecosistemas naturales biodiversos. Recientes estudios de la iniciativa TEEB destacan el potencial económico que la protección de la biodiversidad puede ofrecer para la empresas, así como las oportunidades que la formulación de políticas para la biodiversidad puede tener en el caso de administraciones locales.
En las últimas décadas se han multiplicado por todo el mundo los intentos de conservación de la naturaleza, como por ejemplo la iniciativa de la Comisión y la Agencia Europea de Medio Ambiente para dar a conocer una serie de instrumentos para combatir la pérdida de biodiversidad. Pero, a pesar de esto, la biodiversidad se encuentra amenazada cada vez por más frentes. La sobreexplotación, las especies invasivas, la contaminación, el cambio climático, la destrucción de hábitats y la extracción excesiva de agua son factores que ponen en peligro la biodiversidad.
De hecho actualmente está en alza el número de especies conocidas en peligro de extinción: el 12% de las aves, el 21% de los mamíferos, el 30% de los anfibios y el 25% de las plantas. Además hay muchos grupos, como los microbios y los invertebrados, en relación a los que sencillamente carecemos de información sobre su grado de conservación y su función en los ecosistemas.
En opinión de los autores del artículo, hay que reconocer y gestionar la biodiversidad como un bien público mundial e implantar políticas que recompensen las acciones individuales positivas y castiguen los comportamientos perjudiciales. Además, recomiendan, los economistas y medioambientalistas deberían colaborar para desarrollar incentivos que fomenten comportamientos favorables a la biodiversidad.
Por eso animan a gobiernos, empresas y sociedad civil a integrar la biodiversidad en todos los aspectos de las decisiones de índole social, económica y política. También destacan que la protección de la biodiversidad debe recibir atención en todas las áreas de gobierno, y sobre todo en los ámbitos políticos de la agricultura, el transporte y la energía, que en muchos casos ejercen los efectos más profundos en la biodiversidad y sin embargo quedan fuera de las competencias de la mayoría de autoridades de medio ambiente. Con esto aumentaría la toma de conciencia en la opinión pública, ya que la biodiversidad es un tema con escasa concienciación en los ciudadanos según una reciente encuesta del Eurobarómetro.
Otro elemento clave para la protección de la biodiversidad es brindar un mayor apoyo a los países en vías de desarrollo, muchos de los cuales poseen una extensa biodiversidad.