Desde el inicio del siglo XXI, la economía mundial ha experimentado un crecimiento sin precedentes: el PIB global se ha duplicado gracias al auge tecnológico, la globalización de los mercados y la expansión del comercio internacional. Sin embargo, este notable avance económico no se ha traducido en un progreso equitativo ni sostenible.
La paradoja actual es clara: mientras la riqueza global aumenta, la pobreza extrema aún afecta a más de 600 millones de personas, especialmente en regiones del África subsahariana y en zonas rurales de Asia, donde el acceso a servicios básicos sigue siendo insuficiente. A la vez, el crecimiento económico ha venido acompañado de un grave deterioro ecológico
No todo son noticias positivas ante el crecimiento del PIB mundial
A pesar de que el PIB mundial se ha más que duplicado este siglo, miles de millones de personas siguen sin tener acceso a servios básicos como alimentos, vivienda y atención médica, y el daño ambiental se ha intensificado ‘más allá de los límites seguros’. Así lo advierte un estudio publicado en la revista Nature que muestra hasta qué punto los países ricos han impulsado la mayor parte de la sobredemanda mientras que los más pobres soportan la mayor parte de las privaciones.
Para hacer el estudio, Andrew Fanning, líder de Investigación y Análisis de Datos en Doughnut Economics Action Lab (DEAL) y Kate Raworth, cofundadora de DEAL y profesora de la Universidad de Oxford (Reino Unido), recogieron datos de 35 indicadores económicos y ecológicos entre los años 2000 y 2022. Con ellos, crearon un tablero global anual (bautizado Doughnut) que ilustra el reparto social de la riqueza global y el exceso ecológico de este siglo.
Tras analizar los datos, los autores concluyen que el progreso en la lucha contra la privación humana debe acelerarse cinco veces para cumplir con los objetivos globales para 2030, y que el daño ecológico debe revertirse al doble del ritmo actual para garantizar un planeta estable para mediados de siglo.
El estudio en datos y cifras
Los investigadores agruparon 193 países por el ingreso nacional bruto promedio per cápita (2000-2022) en tres grupos: el 40 % más pobre, el 40 % intermedio y el 20 % más rico. Al analizar los indicadores, los autores constataron que el crecimiento económico ha superado con creces los avances en la erradicación de la pobreza: entre 2000 y 2022, el PIB mundial más que se duplicó, pero las reducciones en la privación humana fueron modestas.
«A las tasas actuales, el mundo está muy lejos de eliminar las carencias críticas en alimentos, salud, educación y vivienda para 2030», advierten. También midieron la sobredemanda ecológica, que evalúa el consumo per cápita en relación con los límites planetarios ajustados para el clima, los alimentos, el agua dulce y la biodiversidad y descubrieron que el 20 % más rico contribuye «de manera desproporcionada» a la sobredemanda ecológica.
Según su análisis, para 2022 la humanidad ya había sobrepasado al menos seis de los nueve límites planetarios y «reparar este daño -apuntan los autores- requiere invertir el rumbo casi el doble de la tasa actual de exceso». Finalmente, calcularon el ‘déficit social’, medido como la proporción de personas que vive por debajo de los estándares sociales mínimos en alimentación, salud, educación, vivienda o energía, y observaron que el 40 % más pobre sufre la mayor parte del déficit social global.
En concreto, el informe advierte de ‘profundas desigualdades’: el 20 % más rico de los países (hogar del 15 % de las personas) es responsable de más del 40 % del exceso ecológico, mientras que el 40 % más pobre (hogar del 4 2% de las personas) sufre más del 60 % de la privación global.
El estudio urge a ir más allá del PIB como medida del éxito y reorientar las economías para crear un futuro «seguro y justo» en el que se satisfagan las necesidades sociales dentro de los límites ecológicos de la Tierra. Para ello, los autores han creado una página web interactiva que visualiza los resultados del estudio para apoyar a los responsables políticos y profesionales que aspiran a alcanzar este objetivo y que se actualizará cada año para monitorizar el progreso hacia el logro de los objetivos sociales y ecológicos de la humanidad.
«Nuestro análisis muestra que, a pesar del rápido crecimiento económico global, la humanidad sigue dejando a miles de millones de personas en la privación mientras lleva a la Tierra más allá de sus límites seguros. El mundo está desequilibrado: necesitamos urgentemente economías diseñadas para entregar tanto el bienestar humano como la salud planetaria», defiende Fanning.
Para Kate Raworth, «seguir la tendencia global del Doughnut revela una realidad estremecedora: la obsesión por perseguir un crecimiento del PIB sin fin -especialmente en los países más ricos- está llevando rápidamente al mundo lejos de -y no hacia- un futuro próspero. Es hora de centrarse en crear economías que sean regenerativas y distributivas por diseño, porque esto será el sello del progreso del siglo XXI«.
El reto central de este siglo no es solo seguir creciendo, sino hacerlo de forma inclusiva y respetuosa con los límites del planeta. Ello requiere repensar el modelo de desarrollo, invertir en energías limpias, fomentar la economía circular, fortalecer la protección social y establecer políticas de redistribución más justas. El PIB mundial nominal se estima en unos 113,8 billones de dólares para 2025, combinando economías avanzadas y en desarrollo. EFE / ECOticias.com