Cuando hablamos de movilidad sostenible, nos referimos a que es necesario un cambio en la matriz energética que permita obtener energías limpias para el uso de los seres humanos, especialmente la del transporte de fuentes de energía no contaminantes. Esto es necesario, para que nuestro deseo de confort no se lleve por delante ni al medio ambiente ni al resto de las criaturas que lo habitan.
La dependencia de los combustibles de origen fósil genera grandes cantidades de gases de efecto invernadero, entre los que destaca el CO2 (dióxido de carbono) y los tristemente célebres NOx (producidos por la quema de diésel). Además de un sinfín de partículas contaminantes de diverso tamaño, pero inmensamente dañinas.
Y lo peor es que esta alternativa que se ha comprobado es polucionarte en grado sumo, además tiene los días contados. Esto es así, porque tanto el petróleo y el gas natural se encuentran en depósitos subterráneos que se encuentran diseminados por varios puntos del planeta, pero sus cantidades son finitas. Los expertos creen que para fin de este siglo, será prácticamente imposible extraerlo, por lo que sus precios se disparan de forma desmesurada.
En cuanto al carbón, que se emplea como matriz energética para generar electricidad en las centrales térmicas, puede que sus depósitos duren un siglo más, pero sin dudas se terminará. Recordemos que este tipo de combustibles fósiles necesitan millones de años para producirse, pero el ser humano habrá acabado con ellos en unos pocos siglos.
En cuanto a la energía nuclear, está más que demostrado que resulta un auténtico fracaso, no solo a nivel económico (las inversiones iniciales y el mantenimiento son demasiado costosos). Si no también social, del medio ambiente y tecnológico. Las fugas causan graves perjuicios de salud, las instalaciones son potencialmente peligrosas y generan residuos altamente radioactivos y casi imposibles de destruir.
¿Qué es la matriz energética?
Es la forma en la que los seres humanos se proveen de la energía que necesitan diariamente. Para ello se recurre a quemar combustibles de origen fósil como los derivados del petróleo, el gas natural, el carbón, etc., a la fisión nuclear o a la explotación de fuentes de energías renovables.
Visto lo visto, la única opción para que la matriz energética sea eficaz, eficiente y no contaminante, consiste en decantarse por las energías renovables. Con más razón cuando hablamos del nuevo modelo de transporte de mercaderías y personas, es decir, de la movilidad sostenible.
¿Energía sucia o limpia?
Se denomina energía sucia a toda aquella que proviene de fuentes de generación contaminantes y limpia a la que lo hace de energías renovables. La movilidad sostenible solo puede ser alimentada por energías limpias, puesto que, si lo hace de las que polucionan el medio ambiente, no se podría calificar como sostenible.
Comprar un coche eléctrico o una bicicleta eléctrica y enchufarlas a una red que no estamos seguros, de que provee un 100% de energía limpia hace que nuestra huella de carbono sea menor, pero no es la forma más adecuada de alcanzar la neutralidad, que debe ser el objetivo de cada persona. Por lo que no terminamos de pasarnos a la movilidad sostenible.
Movilidad eléctrica y tecnología en renovables
El camino hacia la imposición de un sistema de transporte más ecológico, respetuoso con el medio ambiente, eficiente, popular, eficaz y no contaminante, pasa por el empleo de fuentes de energía renovables para alimentar a los diferentes vehículos que compondrán el sistema de movilidad eléctrica y sostenible.
Los paneles solares inteligentes, la nanotecnología aplicada a las células fotoeléctricas, la proliferación de los parques eólicos marítimos, los aerogeneradores voladores, la tecnología de la IA y de la RA aplicadas a la geotermia, las mareas o las olas, aportarán su granito de arena al desarrollo de la movilidad sostenible.