El valor del capital natural de España. Es interesante conocer en qué medida es posible aumentar el PIB sin que ese incremento implique una sobreexplotación o pérdida de los recursos naturales que pueda representar un problema de sostenibilidad.
En este sentido, el documento alerta de una evolución negativa del capital natural, ya que el valor de los recursos naturales se ha reducido entre 1995 y 2018, ligeramente en términos absolutos (-0,4%) y de forma más intensa por habitante (más de un 15%), frente a un crecimiento del PIB per cápita del 39% en ese periodo.
En la comparación internacional, el capital natural de España está por encima de la media de la UE-27, aunque su situación relativa ha empeorado en la clasificación por países. Los algo más de 9.000 euros de recursos naturales por habitante con los que cuenta España superan en un 34% el promedio de la UE-27, situado en 7.026 euros.
Mientras en 1995 se situaba como el quinto país con más dotaciones per cápita, en 2018 baja hasta el puesto número ocho, al ser superado por Estonia, Letonia, Austria y Dinamarca. En 2018, el país europeo con mayores dotaciones de recursos naturales por habitante es Finlandia, con más de 21.000 euros per cápita, una cifra que más que duplica la española, seguido de Suecia e Irlanda.
Stock por habitante
Las dotaciones de capital natural per cápita también se han reducido entre 1995 y 2018 en otros países europeos como Irlanda, Bélgica, Rumanía, República Checa, Chipre y, de forma muy acusada, en Luxemburgo, país que prácticamente reduce a la mitad su stock por habitante.
Esta evolución contrasta con la de otros países que han incrementado de forma notable su capital natural per cápita, como Croacia, Lituania, que prácticamente duplican sus dotaciones, y Suecia, Letonia, Eslovenia, Polonia, Estonia y Alemania, donde el crecimiento supera el 30%.
Para estimar el stock de capital natural, el estudio, elaborado por los investigadores del Ivie Ernest Reig y Ezequiel Uriel y los técnicos del Instituto Eva Benages y Juan Carlos Robledo, valora los recursos naturales disponibles en función de las rentas que generan anualmente o en función de sus precios de mercado cuando estos están establecidos.
Cinco tipos de dotaciones
En concreto, el documento considera cinco tipos de dotaciones: recursos forestales (madereros y no madereros); tierras de cultivo; tierras de pasto; áreas protegidas y los recursos energéticos (petróleo, gas natural, carbón) y minerales metálicos.
Los cuatro primeros pueden considerarse recursos renovables, mientras los recursos energéticos y minerales forman el grupo de recursos naturales no renovables.
El componente más importante del capital natural español lo forman las tierras de cultivo y de pasto, que concentran casi el 60%. El valor de las tierras de cultivo se divide entre secano y regadío prácticamente a partes iguales. Aunque la superficie dedicada a cultivos de secano es mucho mayor, los mayores precios de las tierras de regadío hacen que ambas tengan la misma participación en el stock.
Recursos forestales
Los recursos forestales son los siguientes en importancia, especialmente los no madereros, pues en 2018 suponían casi una cuarta parte del capital natural español. Sin embargo, el peso de este recurso natural se ha reducido más de 12 puntos entre 1995 y 2018.
Esta pérdida se corresponde con la ganancia experimentada por las áreas protegidas, el activo que más ha aumentado su importancia relativa en el mismo periodo. En concreto, ha cuadruplicado su peso, desde el 3,9% que suponía en 1995 hasta el 16,5% en 2018.
La apuesta por la protección del medio ambiente y la conservación de la biodiversidad por parte de la Comisión Europea a través de la Red Natura 2000 y las distintas normativas nacionales y regionales en lo referente a la designación de espacios naturales protegidos explican este intenso crecimiento.
Recursos energéticos y minerales
Por último, los recursos energéticos y minerales son los menos importantes en el caso español, ya que solo suponen un 1% del total.
Además, estos recursos han perdido peso con el paso del tiempo en España, debido principalmente a la reducción de los recursos energéticos. La extracción de carbón finalizó en España en diciembre de 2018 y la de gas natural y crudo de petróleo también es muy modesta.
Existen importantes diferencias en la composición por tipo de activo entre los países de la UE. Mientras que las tierras de cultivo y pastos son el recurso más importante en Malta, Irlanda y España, con pesos por encima o alrededor (en el caso de España) del 60% del capital natural, representan menos del 20% en Finlandia y Suecia.
En estos dos últimos países el peso de los recursos forestales supera el 75%. Las áreas protegidas son muy importantes en Eslovenia (36%) y también en Croacia, Eslovaquia y Bulgaria, donde representan más de la cuarta parte de su capital natural.
Por último, los recursos energéticos son el activo con un menor peso, excepto en los Países Bajos, pues suponen más de un tercio de su capital natural, y en Polonia y Dinamarca, donde el peso supera el 20%.
El crecimiento sostenible
La monografía de la Fundación BBVA y el Ivie cuantifica el valor del stock natural, es decir de las dotaciones de recursos naturales en el país. Disponer de esta cuantificación es importante porque la sostenibilidad futura de los actuales niveles de extracción y producción va a venir determinada por dicho stock.
Si los niveles de actividad actuales agotan y/o degradan los activos naturales disponibles con una rapidez mayor de la que admite su regeneración, su disponibilidad a largo plazo puede verse comprometida, dando lugar a pérdidas de bienestar para las generaciones futuras, que ya no podrían disfrutar de esos recursos.
Diferencias territoriales
Los autores de la monografía recuerdan que en España existen muchas diferencias territoriales en el ámbito del capital natural, por lo que la conservación de estos recursos tiene que abordarse con políticas específicas para cada región de acuerdo con sus características y circunstancias.
Disponer de estas medidas de capital natural, tanto a nivel nacional, como la comparación por países y comunidades autónomas, así como su composición, permite ajustar mejor las políticas de desarrollo y crecimiento económico, tanto nacionales como regionales, para que tengan en cuenta no solo la situación a corto plazo, sino también el crecimiento futuro y su sostenibilidad a largo plazo.
Es decir, unas políticas que no se centren únicamente en la evolución del PIB, sino que entre sus objetivos figure garantizar el mantenimiento o incluso el aumento de los recursos naturales para las futuras generaciones. El valor del capital natural de España.