La vida útil de los plásticos no solo depende de su uso, sino también del desgaste que sufra. De hecho, desde el momento en el que se los comienza a emplear, hay capas nanométricas de plástico que se desprenden sin parar y acaban en el medio ambiente. Además, su tamaño les permite penetrar en los órganos de los seres vivos a través de la alimentación o el agua y afectarlos a nivel celular.
Desde que un plástico se comienza a manipular se convierte en una fuente de contaminación. Pero este proceso de descomposición capa a capa es sumamente lento. Según su tipo de conformación molecular tendrá un grado de dureza mayor o menor. Por tanto, opondrá diferentes tipos de resistencia a los elementos erosionantes naturales como el agua o el viento.
Dado que solo se recicla una muy pequeña parte de los plásticos que se usan, la gran mayoría de los mismos acabará en contacto con la naturaleza. Por lo que se irá deteriorando de forma lenta pero persistente. Y mientras lo hace, contaminará el entorno en el que haya terminado.
En un vertedero puede permanecer cientos o miles de años. Pero la mayor parte escapa del sistema de gestión de residuos. Por eso es más que obvio que el mundo necesita reciclar más plástico. Y eso es algo que está al alcance de cada uno de nosotros.
La larga vida de los plásticos
Estos plásticos pueden impregnar los suelos de micropartículas. Estas a su vez fluirán hacia corrientes de agua o directamente serán arrastradas por arroyos o ríos y acabarán en los mares y océanos. Desde allí, las corrientes los transportarán por todo el mundo. Incluso, por el movimiento de las mareas confluirán en ciertos puntos donde se forman enormes y letales islas de plástico.
Algunas de ellas ya tienen el tamaño de una gran ciudad. Y las islas de plásticos también afectan a la flora. Al impedir el pasaje de la luz solar, las algas no pueden realizar la fotosíntesis y mueren. Por lo que se genera una vorágine de letalidad en su entorno inmediato. Además de producir ingentes cantidades de metano, uno de los más peligrosos GEI.
Mientras se van descomponiendo pueden convertirse en trampas mortales para la fauna local. Los animales suelen confundirlos con comida, enredarse, atragantarse o intoxicarse con ellos. Cada año, millones de aves marinas, tortugas, mamíferos y reptiles mueren o pierden calidad de vida a causa de la contaminación de su hábitat por culpa de este plástico asesino.
Los microplásticos no solo provienen de la degradación de los plásticos. También se los fabrica expresamente para emplearlos en cosmética y limpieza como agentes exfoliantes, abrasivos, etc. Estas minúsculas partículas son de por sí muy nocivas para los seres más pequeños de la cadena alimenticia.
En definitiva que los microplásticos también se degradan y acaban siendo fibras nanométricas o nanoplásticos con mayor celeridad. Algo completamente evitable. Puesto que el origen de todo este desastre está en los plásticos que los seres humanos desechan sin preocuparse de reciclarlos.
Plásticos omnipresentes
Se ha comprobado la presencia de nanoplásticos en el hielo ártico. También los hallaron en lo profundo de las fosas del Pacífico y en las cumbres nevadas del Himalaya. Pero lo más preocupante es que haya llegado al estómago del zooplancton y a las células del fitoplancton. Es decir que es una grave amenaza para la biodiversidad mundial.
Esto demuestra que la contaminación de la cadena alimenticia es un hecho. Puesto que los plásticos son bioacumulables, a medida que van pasando de presa a predador se acrecienta su concentración. Y como en la cima de la pirámide está el ser humano, acaba siendo el huésped final de todo este plástico.
Nos llega por aspiración o por comer cualquier tipo de alimentos contaminados. Por el empleo de cosméticos tradicionales. Por beber agua y casi por cualquier acto que realicemos. Y la culpa es absolutamente nuestra, porque no aprendemos de nuestros errores. Y seguimos sin normalizar el reciclaje de los plásticos. Así nos va y peor nos irá.
Es necesario que todos seamos conscientes de los graves peligros que acarrea el empleo de plástico. No solo porque es un derivado del petróleo. Si no, porque si no se lo desecha correctamente, se transforma en un arma mortal, que merma la vida de todo el planeta, humanos incluidos.