Es necesario tener balances socioambientales para determinar responsabilidades

Publicado el: 11 de febrero de 2013 a las 11:21
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Es necesario tener balances socioambientales para determinar responsabilidades

En 2013 hará 10 años de la sentencia que declaró culpable Ercros de «delito continuado contra el medio ambiente causando un importante peligro para la salud humana y la vida animal y vegetal debido a los vertidos al Ebro y las emisiones a la atmósfera, así como el almacenamiento ilegal de sustancias tóxicas …. «. Sin embargo, la empresa no ha pagado todavía. ¿Por qué?
En 2003 la Fiscalía de Tarragona declaró que no se podía establecer hasta dónde llegaba la responsabilidad de Ercros. Los tribunales decidieron que Ercros sólo tenía que pagar una parte del total de los costes del saneamiento del embalse: aproximadamente los cinco años que van de 1988 a 1993. Hay que tener en cuenta que inició sus actividades en la zona a finales del siglo XIX. La empresa ha reservado 10,46 millones de euros para pagar la indemnización. Esta cantidad es menos del 5% del coste efectivo del saneamiento. En realidad es una cantidad irrisoria. El resto del coste correrá a cargo de los contribuyentes. Este caso nos muestra cómo es de necesario tener un balance ambiental de una actividad que pueda ayudar, entre otras cosas, a atribuir responsabilidades.

Su estudio consiste en determinar este balance -los activos y los pasivos socioambientales- de la actividad de Ercros en Flix.
Exactamente. Es un trabajo de unos cuatro años y me encuentro aproximadamente a la mitad. Hasta ahora he hecho la parte más grande que es identificar los elementos que configuran este balance -la parte cualitativa- y ahora viene la parte más crucial: desarrollar la parte cuantitativa. Hay, por un lado, un beneficio que no se puede obviar. Durante 100 años esta industria ha aportado el que se han considerado beneficios sociales, garantizando un nivel de renta a las personas. Pero también hay unos pasivos muy importantes, que pasan por la contaminación del medio y las repercusiones en la salud pública. La gran cantidad de metales pesados, compuestos organoclorados y radionúclidos dispersados en el ambiente durante más de cien años suponen también unos costes económicos que no se han considerado suficientemente.



La investigación no está terminada pero hacia dónde apunta el balance?
Mi hipótesis de trabajo es que la balanza está decantada hacia los pasivos. A priori sería un balance negativo y ahora este hipótesis deberá demostrar.

¿Cómo se hará esta demostración?
Completando los argumentos cualitativos con números. Se trata de hacer una valoración en coste económico de las diferentes variables. Algunas están muy claras, como los costes de 200 millones en que está cuantificada la limpieza del embalse de Flix, que se puede asignar a la banda de pasivos socioambientales. Pero dentro de los pasivos los hay que son de difícil cuantificación como, por ejemplo, saber qué coste tiene la afectación a la salud de una población.



Y como se cuantifica este coste?
No es sencillo, aunque hay aproximaciones. Algunos trabajos han intentado cuantificar los impactos económicos del incremento de la incidencia de una determinada enfermedad como consecuencia de unos impactos ambientales concretos, como los de una actividad industrial sobre una población. El Environmental Protection Agency (EPA) estadounidense lo ha hecho cuantificando el coste público de tratamiento del cáncer de una persona. Estos referentes, aunque son interesantes, no ofrecen la solución para el caso que nos ocupa. No tenemos los datos completos de la disminución de la salud generada por la actividad industrial. Quien ha querido profundizar en este aspecto se ha encontrado con limitaciones. Es el caso de Jordi Sunyer que ha intentado, entre otros objetivos, determinar el nivel que compuestos organoclorados como el hexaclorobenceno en la sangre en la población de la zona pero no ha podido acceder a los trabajadores de la planta, a pesar de encontrarse indicios de una afectación mayor sobre la salud. En el caso de Flix es muy relevante verlo con los trabajadores.

¿Cómo se puede profundizar, entonces, en la variable salud?
Habrá que hacer la cuantificación por otra vía, centrándose en indicadores indirectos que permitan dar órdenes de magnitud como el gasto farmacéutico o la actividad asistencial vinculada a un incremento de las incidencias en dolencias respiratorias y enfermedades cardiovasculares, teniendo en cuenta que no todos tendrán que ver con la fábrica, sino que habrá que ponderarlos con la incidencia que estas enfermedades tienen en la sociedad en general.

Y en cuanto a la cuantificación de los activos?
En este caso hablamos de mejoras de los estatus sociales y de la capacidad económica y me he basado en un indicador como los sueldos. Este es el tema más importante dentro de los activos. Se puede ampliar los beneficios de haber evitado la despoblación o la generación de servicios en torno a la industria pero quizá no son variables tan significativas en magnitud como los sueldos.

Entiendo que en este balance socioambiental son más importantes las magnitudes que el detalle de las cifras. ¿Es así?
Sí, se trata de buscar los grandes parámetros en los activos y en los pasivos y sacar unos órdenes de magnitud. Hacer las estimaciones del valor monetario sirve para construir estas magnitudes. No se trata, por tanto de comparar si el activo tengo 425 y en el pasivo 450 porque eso sería poco significativo. Se trata de mostrar que existen otras variables que las del crecimiento económico a la hora de ponderar el beneficio o perjuicio de una actividad industrial, aportando criterios que permitan incorporar la variable ambiental en la toma de decisiones. La gente debe ver claramente si el resultado del balance es bueno, malo, o muy malo.

Supongo que las cuantificaciones se pueden extender a muchas variables. Usted ha establecido unos límites?
Todo trabajo científico por definición debe limitar su objeto de estudio. Por ejemplo, en los pasivos ambientales se incluye el coste de la limpieza de los suelos donde están ubicadas las instalaciones industriales, pero no el coste de la energía empleada en esta actividad. De hecho las cuantificaciones podrían extenderse a otros ámbitos más en detalle pero, como decía antes, se trata de obtener las grandes magnitudes. También debe limitarse en el tiempo porque, aunque la actividad de la fábrica tiene más de cien años de historia, realizar el balance de todo el período es una tarea muy compleja. Por eso me centro en el balance desde 1986, año en que España entra en la Unión Europea y esto incide en la legislación ambiental.
¿Cuáles son sus referentes en el estudio de los balances ambientales?
Hay una línea de trabajo que aparece cuando surge el concepto de responsabilidad ambiental según la directiva europea de 2004. A partir de aquí se empieza a desarrollar una metodología que pretende establecer qué significa un daño ambiental en términos económicos y establece un método para cuantificar cuánto se compensará una población por este daño. La directiva de 2004 desgrana una metodología muy detallada y compleja. Yo me baso sólo en parte: me sirve de inspiración para hacer la cuantificación. Pero, mi referente, se encuentra en una metodología menos compleja que ya ha sido aplicada en otros lugares como en el caso UMICORE en Bélgica.
¿Si un tribunal tuviera que tomar decisiones basándose en los resultados de una metodología u otra, qué cree que le sería más útil?
El método que se desprende de la directiva de responsabilidad ambiental está bien porque puede aportar mucha información. Pero, por otra parte, tanta complejidad es difícil de implementar y podría ser contraproducente por quienes hayan de decidir. Esta otra vía ha sido usada en procedimientos judiciales y creo que es una herramienta útil. En cuanto a una hipotética sentencia y su posible argumentación, esto ya pertenece a la esfera jurídica.
¿Ha descubierto las razones por las que no han existido reclamaciones masivas contra la empresa por parte de la población de Flix?
Este es uno de los aspectos que también trato en mi búsqueda. La cuestión es que la población tiende a poner mucho el acento en la parte positiva del balance y minimizar la negativa. Quiero demostrar que la realidad ha sido muy mediatizada por la empresa, de modo que la percepción de los pasivos ambientales es muy baja. Es una paradoja pero quizás la gente de Flix menos perjudicada sea la más consciente. La implicación de la población con la empresa ha sido muy fuerte, y junto con la connivencia de las administraciones, especialmente la central, todo ello ha empujado un proceso de desarraigo de la población en el Ebro, de sentimiento de pertenencia a la fábrica y de resignación respecto a los daños ambientales que ha hecho aceptarlos como el precio que había que pagar por una mejora en el bienestar.

¿El método que está siguiendo para el estudio del caso de Flix sería aplicable a otros casos?
Absolutamente. Si en el futuro se generalizaran los balances socioambientales nuestra toma de decisiones también cambiaría. Conocer a fondo situaciones que han pasado nos pueden ayudar a cometer menos errores e hipotecar menos lo que queda de nuestro medio ambiente.

Después de analizar tantos pros y contras de una actividad económica en un territorio, ¿qué le dice la palabra progreso?
No puedo decir que el progreso no haya aportado cosas positivas. El problema es cómo, en algunos casos, se deja que el progreso fluya sin ningún tipo de control ni regulación, creando unas dinámicas perversas. Otra reflexión es que a veces se generan discursos contra el progreso muy ideológicos que no se fundamentan en datos y esto debilita esos mismos discursos. Los balances son una contribución a la historia ambiental que, a su vez, es una aportación a una ciencia histórica a menudo demasiado centrada en los cambios políticos. La historia ambiental hace más holística la historia, ya que quiere sumar otra perspectiva de los hechos.

¿Cómo cree que terminará el caso de Flix? La empresa acabará pagando? ¿Cuál es su opinión respecto al futuro de la planta?
Pienso que la empresa lo alargará tanto como pueda y que en el fondo no está dispuesta a pagar nada. Los abogados lo están haciendo muy bien. En cuanto al futuro, creo que en su momento Flix era estratégico, pero ahora se ha quedado aislado y obsoleto. Complejos como el polo químico de Tarragona le toman interés. Además, otros países donde la producción es más económica que en el nuestro. También hay que decir que la Unión Europea ha marcado el año 2020 como límite para sustituir la producción del cloro usando mercurio por otras tecnologías menos perjudiciales para el medio. Ercros ha ido cerrando muchas de las plantas que funcionaban con mercurio y adquiriendo plantas más modernas a base de tecnología de membrana. Por lo tanto esta política podría servir de excusa para dejar Flix, porque se está convirtiendo en innecesario.

¿Hay garantías de que se pueda llegar a limpiar completamente el embalse?
El proyecto de limpieza del embalse de lodos contaminados podía garantizar su descontaminación pero no al 100% por una cuestión de viabilidad económica. Pero hay que tener en cuenta que el problema no es sólo el embalse. Los contaminantes generados durante toda la historia de Flix han sido dispersados por agua, aire y suelo y algunos, como el mercurio, son muy persistentes. Teóricamente, en el embalse el mercurio se ha adherido a las partículas de los sedimentos y se encuentra inmovilizado, pero sabemos por los expertos que este mercurio, si cambian ciertas condiciones del agua como la temperatura o la densidad o la capacidad de arrastre de estas partículas, podría dejar de ser estable y contaminar el agua de boca como ya pasó la Navidad de 2001.

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